Di scurso del Presidente del Senado, Antonio J. Fas Alzamora, con motivo del Natalicio de Luis Muñoz Marín - 19 de febrero de 2001.
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Conmemoramos hoy el 103 aniversario del natalicio de un puertorriqueño que entendió con preciara voluntad, la realidad del trabajo hambreado y la incertidumbre social de un pueblo que se enfrentaba día a día a la tragedia opresora de la desesperanza.

Recordamos hoy, aquél de nosotros, que con su pensamiento visionario, cerró una época donde nuestra gente moría de necesidad, y dio paso a otra --esperanzadora y difícil---, que nos transformó como pueblo y nos convirtió en protagonistas de nuestro propio destino.

Conmemoramos hoy, aquí en Barranquitas, la memoria viva y pujante de un hombre que fue firme y vertical, sensible y compasivo. Que sabiéndose con la responsabilidad del poder público, y con profundo respeto por la dignidad del ser humano, trabajó por todos los puertorriqueños, echando a un lado las pequeñeces partidistas.

Honramos hoy, la memoria de don Luis Muñoz Marín. Aquél que, junto a Rómulo Betancourt y José Figueres, formó parte de la trilogía de hombres de estado que transformaron sus respectivos países; a Venezuela, Costa Rica y Puerto Rico, y al así hacerlo, Esos instrumentos de gobierno fueron dínamo que dieron fuerza e impulso a una sociedad anquilosada en su miseria, pero empeñada en buscar nuevas avenidas de progreso y bienestar. Se crearon las herramientas idóneas para buscar las soluciones a nuestros problemas.

Ahora, en los albores del tercer milenio, poseemos un sistema ágil, maduro y lo suficientemente versátil para continuar trabajando por el bienestar de todos los puertorriqueños. He ahí el genio y la contemporaneidad de Luis Muñoz Marín.

Es por ello que aquí en Barranquitas, los agradecidos hijos de esta Tierra, nos hemos reunido para honrar la memoria de quien supo reconocer las capacidades y grandezas de su pueblo.

Aquél de nosotros que, con férrea voluntad, nos hizo dar un giro de 180 grados en nuestra historia política y social, y nos puso la herramienta del voto en nuestras manos, convirtiéndonos en hacedores de nuestro destino.

Estamos ante el Muñoz visionario, que nos aleja de una era cebada en el desasosiego de las masas desprovistas de todo, y nos inicia en un nuevo curso, desconocido por nosotros, pero de inmensas y fructíferas potencialidades denunciaron la realidad de otros muchos que observaban atentamente.

Estamos ante el hombre, que trascendiendo los límites geográficos de su tierra, enarboló la bandera de la social democracia e infligió nueva savia al espíritu de la justicia, derrocando las oligarquías políticas, el hambre y la ignorancia.

La importancia y trascendencia de las ideas de Luis Muñoz Marín, y su influencia política fuera del país, las han querido obviar muchos de sus detractores. El reconocimiento que se hacen de ellas en el exterior, es señal inequívoca de la pujanza y la dimensión contemporánea que, como puertorriqueño y hombre de estado, alcanzó en todo el hemisferio.

Los postulados de sana administración que Muñoz Marín introdujo en el gobierno de Puerto Rico, fueron herramientas imprescindibles para lidiar con los retos sociales y económicos que una sociedad como la nuestra enfrentaba, y fueron ejemplo a seguir por otros países hermanos.

Estamos ante el Muñoz que nos enseñó a forjar nuestra propia era y nos encaminó por el sendero de la democracia viva y vibrante.

Hoy honramos al hombre que supo poner en perspectiva la creatividad y el tesón del puertorriqueño. El que nos insertó en la difícil pero liberadora tarea de la toma de nuestras propias decisiones.

Nosotros, los puertorriqueños que iniciamos este nuevo milenio, somos los exponentes del cambio social, económico y político -- que de manera pacífica y ejemplar --, demostramos de lo que somos capaces los seres humanos cuando se nos brindan las herramientas necesarias para hacer lo que hay que hacer.

Puertorriqueños, amigas y amigos, estamos hoy, ante la tumba y el espíritu vivo del que nos llevó a protagonizar los cambios políticos y económicos más profundos que pueblo alguno haya experimentado en los últimos tiempos.

Las décadas en que le tocó dirigir a Puerto Rico a Luis Muñoz Marín, fueron tiempos complejos. Tiempos de cambios profundos. Tiempos donde se forjó el alma del ser puertorriqueño actual. Momentos donde dejamos de ser pueblo hambreado y analfabeta, atado a la pobreza y a la injusticia social y nos convertimos en forjadores de una democracia de masas, creativa y vibrante.

Ese proceso trascendental se enmarcó en el particular concepto de democracia que tenía Muñoz Marín y que le sirvió de norte y guía a través de su quehacer público y político hasta el final de sus días. Es el hombre de estado que visualiza el proceso democrático unido a la actitud de profunda igualdad entre los seres humanos, igualdad que va mucho más allá del voto y de las formas de constituir el gobierno; la igualdad en la dignidad y la humildad del hombre.

Guiados por ese concepto sagrado de igualdad democrática entre todos los seres humanos, nosotros, el Pueblo de Puerto Rico, alcanzamos, a través de nuestros votos, la autonomía política y nos dimos a la tarea de resolver nuestras particulares necesidades y aspiraciones.

Creamos el andamiaje jurídico, político y ético necesario para fortalecer el concepto sagrado del interés público, de la cosa pública. Creamos los instrumentos noveles de eficacia, que redundaron en el mejoramiento de la calidad de vida de todos los puertorriqueños.

Este instrumento democrático de gobierno, el Estado Libre Asociado, forjado caminando arrabales y caseríos; valles y montañas; cafetales y cañaverales; pueblos, campos y ciudades; es tan contemporáneo como el deseo de todos en Puerto Rico por abolir la pobreza y por mejorar la calidad de vida de los que vivimos en esta amada Tierra.

Ahora nos toca a nosotros culminar la "Operación Estado Libre Asociado", fórmula política que nos ha servido bien, y que nos ha dimensionado como sociedad dinámica y moderna ante el mundo. Forma de autogobierno efectiva que ha lidiado por cuarenta y nueve años con los problemas de nuestra sociedad civil.

Por eso, conscientes de sus potencialidades de crecimiento, cumpliremos con lo que nos toca hacer desde el Senado de Puerto Rico, para que se desarrolle al máximo y sirva a los propósitos de los puertorriqueños de este tercer milenio.

Quisiera citar unas palabras de Muñoz Marín, que recogen la esencia misma de lo que nuestra generación tiene que hacer ahora, como deber impostergable con las generaciones futuras.

Estas palabras las recordé en ocasión de mi juramentación como Presidente del Senado de Puerto Rico el pasado mes de enero, y las quiero compartir con todos ustedes, porque las considero imprescindibles para todos los que me escuchan hoy aquí, y cito: "Cada generación tiene que cargar con sus deberes; al hacerlo asume que la anterior cargó con los suyos y que lo que hagamos nosotros por los que vienen es justo balance por lo que hicieron por nosotros los que ya no nos acompañan", termino la cita.

Lo que a nosotros nos toca hacer ahora, con deseo sincero y firme, esdesarrollar el Estado Libre Asociado a su máxima autonomía y presencia internacional compatible con nuestra asociasión permanente con los Estados Unidos de América. Lo podemos lograr haciendo buena nuestra promesa del Proyecto Puertorriqueño para el Siglo 21". He ahí nuestro legado para las generaciones futuras.

Las prioridades del gobierno de Muñoz Marin que acabo de reseñarles hace algunos momentos, debemos recordarlas como ejemplo del compromiso de aquellos hombres y mujeres, que con escasos o ningunos recursos, pero con mucha imaginación y deseos de hacer Patria, se enfrentaron a su destino y le buscaron soluciones reales y eficientes a las dificultades del diario vivir.

Como dije, ahora nos toca a nosotros. Utilicemos bien y sabiamente las herramientas que Muñoz Marín puso en nuestras manos. Llevemos a cabo el cambio necesario y urgente para beneficio de todos en Puerto Rico.

Trabajemos por el cambio honesto, limpio y transparente. Trabajemos por hacer realidad el programa de gobierno que le devolverá al pueblo la seguridad y la confianza en sus gobernantes. Trabajemos para poner nuevamente a Puerto Rico sobre sus pies.

Estamos comprometidos con devolverle a nuestra sociedad el respeto a los particulares valores y atributos que nos caracterizan como pueblo y nos determinan como Nación. Nos comprometimos con la dignidad de¡ ser humano- nos comprometimos con respetar la diversidad de ideas y la necesidad del consenso.

La generación a la que pertenezco, se comprometió con respetar y enaltecer los mismos principios esgrimidos por Muñoz, cuando sentó las bases de la administración pública en Puerto Rico.

Tenemos un compromiso con el Pueblo de Puerto Rico. Compromiso sagrado e ineludible con el renacer de nuestros valores puertorriqueñistas y sobre todo, un compromiso con el rechazo a los estilos y procedimientos sin mandato que van en contra de la esencia misma de lo que somos: un pueblo eminentemente democrático.

Por eso, el pasado 7 de noviembre tomamos el epistolario valiente, honesto, de servicio y dedicación que proclamó Muñoz Marín; lo esgrimimos, y con él rechazamos la corrupción. Ese día exigimos respeto y orden en el manejo y administración del Estado Libre Asociado. Ese día, comenzamos a restaurar la fe en nuestras instituciones democráticas.

Tenemos que volver a trabajar por el pueblo como lo hizo Muñoz Marín, con imaginación y total compromiso de servicio.

Que nuestro norte sea la honradez, y que esa característica de buen servidor público, sea obligación de conciencia para todos los que ocupamos posiciones en el gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

El momento amerita que honremos la memoria de Luis Muñoz Marín, siendo férreo defensores de¡ buen gobierno y vayamos de frente en contra de la corrupción, y que, trascendiendo ese problema, todas nuestras energías se dirijan a la solución de los problemas más apremiantes de nuestros hermanos.

Somos un pueblo que quiere seguir siendo puertorriqueño primero, con una presencia pujante en el exterior, pero manteniendo una relación de respeto mutuo y de entendimiento con los Estados Unidos de América, y esa relación sólo es posible bajo el Estado Libre Asociado.

He aquí la grandeza de Muñoz Marín. Por eso desde aquí, desde Barranquitas, le damos las gracias; y les digo a todos ustedes, que cumpliré a cabalidad mi responsabilidad con el futuro de mi Patria. Porque cada generación es responsable de sus deberes y obligaciones, y todo lo que hagamos por los que sigan nuestras huellas, será devolverle con creces a las generaciones anteriores lo que nos legaron y, como dijo Luis Muñoz Marín, eso es justo pago por ello. Como mencioné al comienzo de estas palabras, la obra de Muñoz Marín, trasciende nuestras costas y se adentra en el hemisferio occidental ~ dejando una huella indeleble y preciara. Esa huella, ese legado único, ese tesoro de incalculable valor, se encarna en cada uno de nosotros, el Pueblo de Puerto Rico, ejemplo de lo que puede hacer una sociedad cuando existe voluntad, determinación y fe en los postulados que la conforman.

La herencia viva de Luis Muñoz Marín está entre nosotros, en ustedes, nuestra juventud; en nuestros niños, en las madres trabajadoras y en los hombres responsables. Está en los que se esfuerzan y trabajan honradamente por conseguir un mejor porvenir. En el empleado de gobierno, en el maestro o el aprendiz de mecánico; está en los legisladores y alcaldes, en todos y cada uno de nosotros.

Los postulados de Muñoz Marín viven en los que sirven con el único y honesto propósito de adelantar el bienestar común.

Por eso, la fortaleza de Puerto Rico está aquí, en nosotros, en el pueblo, y Muñoz Marín lo sabía. He ahí la grandeza de espíritu y la claridad de visión de nuestro primer gobernador electo. He ahí la honradez de su liderato.

Mientras existan puertorriqueños que se decidan a trabajar honrada y desinteresadamente por esta Tierra y su gente, se estará honrando la memoria de Luis Muñoz Marín.

Les he hablado en un lenguaje conmemorativo de un natalicio, pero Muñoz Marín vive y hoy estamos celebrando su cumpleaños. Como todos los cumpleaños, se celebran con júbilo, con canciones y buenos deseos. También, se traen regalos de cumpleaños. Pueden ser regalos fastuosos o regalos sencillos. Luis Muñoz Marin, siempre predicó - y sigue predicando - la sencillez, por lo que los que aquí estamos, hemos traído de regalo un corazón alegre y una conciencia limpia. Le traemos también, la expresión de nuestro profundo amor por él y por todo lo que significó y sigue significando en la vida de nuestro país.

Cumple 103 años y cumplirá muchos más en el misterio de Dios que siempre convoca el bien para aminorar el mal.

Mucho a cambiado Puerto Rico desde aquel día de 1964 en Mayagüez, cuando anunció que no se postularía más como gobernador porque quería "salir de un palacio" para volver a las casas humildes de los hombres y mujeres que le ayudaron en su cruzada contra la pobreza y la desigualdad económica; contra la injusticia social y contra la explotación de los obreros y las mujeres trabajadoras y todas las pequeñeces que impedían llegar a la grandeza que el país merecía. "Yo no me voy, yo vuelvo. Vuelvo a las veredas, a los campos y pueblos que un día me recibieron para decirles que vuelvo a los caminos", era el mensaje escrito en su espíritu. Y volvió. Y, según noticias de los que lo recuerdan, todavía sigue caminando su voz por valles, montes y collados del Puerto Rico que tanto amó y sigue amando.

Hoy es un día de reposo de todas las angustias y hoy es día de alegría de todos los quereres. Hoy es día de oración por nuestra tierra y hoy es día de perdón por los que no se atrevan a orar por ella. Hoy es día de reconciliación entre todos los hermanos puertorriqueños y es también día de reafirmación del orgullo - y la responsabilidad - de ser puertorriqueños. Hoy debe ser un día del que Luis Muñoz Marín pueda sentirse orgulloso de participar en él.

Hoy es día de verdades. Hoy es día de preguntarnos, más aún, de examinarnos para ver cuánto más necesita nuestra patria de nuestro esfuerzo y lealtad, de tal manera que el hombre a quien le celebramos este cumpleaños siga estando orgulloso de su pueblo y de su gente. La pregunta no es fácil ya que el propio Luis Muñoz Marín, en una ocasión expresóosu descontento consigo mismo "por no haber hecho más, por no haber insistido en que lo más - que fue mucho - fuera mejor, lo que le llevó a escribir en su libreta de notas: "puedo defender la tésis de que con el poder de confianza del pueblo en mis manos he podido hacer más y principalmente mejor. Pero ¿mucho más? ¿mucho mejor?, concluyo la cita.De todos modos, debe ser nuestro afán juntar todas la voluntades en una sola voluntad para servirle a los propósitos del hombre que hoy cumple 103 años.

Dijo Eugenio María de Hostos que, "vida sin voluntad no es vida: vivir es querer y hace", termino la cita. Por eso Muñoz Marín vive, porque quiso y quiere a su pueblo e hizo y sigue haciendo por su gente. Nos habló de la eternidad y escribió en una de sus notas para escritos, y cito: "hay dos maneras de ser eterno: en la supervivencia del alma al morir el individuo o en vivir creando cosas, grandes o mínimas, que añaden a toda la vida que nos rodea y que va a seguir. Si se aspira tan sólo a la primera, se pueden desperdiciar grandes valores del alma, como la justicia, la dedicación a una obra, la bondad y generosidad con el prójimo. ¿Y por qué no aspirar a las dos?, termina la cita.

La presencia de Luis Muñoz Marín, el eco de su voz, el recuerdo de su mirada, la memoria de sus días sudados, sus pasos aún trillando caminos, recuerdan su generosa obra, sin monumentos, sin íconos, sin fanfarrías, obra que tiene voz propia, voz señera, diciéndole a dos generaciones de puertorriqueños que no lo conocieron, que eso es para ellos, para su bienestar, para sus hijos y los hijos de sus hijos, no importa sus nombres y apellidos, porque sí, porque nacieron aquí y merecían lo mejor: una tierra generosa, hospitalaria, noble y buena, llamada Puerto Rico, tierra pequeña, única, bendecida por Dios y que nunca saldrá de nuestras manos. Muchas gracias.

Barranquitas, Puerto Rico.

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