Víspera de elecciones para delegados
Convención Constituyente
26 de agosto de 1951

Amigos, compatriotas:

Mañana irá el pueblo de Puerto Rico otra vez a las urnas. El pueblo de Puerto Rico ha sido ejemplo, admiración y modelo del mundo democrático por la honda paz y la cabeza clara con que concurre a ejercitar su derecho y a expresar su voluntad en las urnas.

El voto es base de la libertad humana. El voto es la manera como hombres y mujeres que constituyen un pueblo dicen cómo es que quieren que sea su país, cómo es que quieren que sea y se desarrolle su Gobierno, cómo es que quieren que se desenvuelva en su actividad la lucha del pueblo por mejorar sus condiciones de vida, por fortalecer la justificación de su esperanza en un mejor porvenir y por perfeccionar el conjunto de sus maneras de ser en las cosas de la economía, de la cultura y del espíritu del pueblo.

Cada vez que llega un momento de votación como el que va a ocurrir dentro de pocas horas, adversarios, enemigos de la obra que viene desarrollando, a través de la confianza que deposita en su Gobierno, el pueblo de Puerto Rico, sacan a relucir y pasean--simbólicamente hablando--ante la vista de los electores, algunos muñecos de trapo y de paja.

Creen--y por mucho que el pueblo con sus votaciones abrumadoras quiera convencerlos que son equivocados sus métodos, persisten en seguir creyendo--que con tales muñecos de paja y trapo pueden turbar la mirada del pueblo y pueden desviar y obscurecer el magnífico entendimiento básico y sencillo y profundo de sus problemas que ha demostrado tener, a través de muchos años ya, el pueblo de Puerto Rico.

Siempre descubren la manera de inventar algún muñeco de trapo, algún muñeco de paja. Los pasean ante la vista del pueblo como si fueran espantapájaros. Lo mismo que los agricultores--para proteger semillas sembradas en los surcos de sus campos, a veces ponen muñecos de paja vestidos con trapos viejos y pintarrajeados en formas absurdas para espantar a los pájaros de esos surcos--así también los adversarios de esta causa que yo tengo el honor de defender y de dirigir, se inventan simbólicamente estos muñecos de trapo, estos espantapájaros, pero la diferencia es que no los presentan como espantapájaros sino como, pudiéramos decir, como espantavotos.

Y es muy fácil espantar a los pobres pajaritos que no entienden con muñecos de trapo y de paja, pero no se puede espantar con espantavotos los votos de hombres y mujeres libres como los de Puerto Rico que tantas veces le han podido y sabido demostrar a estos mismos líderes adversarios de su causa que no pueden ser tratados como seres irracionales y que no hay espantavotos, que no hay muñecajo de espantavotos que los espante de llegar a las urnas a cumplir con su deber y a propinarles una derrota más, una lección más de que no saben bregar con honradez intelectual con un pueblo tan magnífico como este pueblo de Puerto Rico en entendimiento democrático.

Ahora, el uso de uno de esos muñecos de trapo, en el sentido simbólico en que vengo usando la imagen, uno de esos espantapájaros que podrían espantar pájaros pero no pueden espantar hombres democráticos y libres, es para tratar de confundir con la palabra dictadura.

Dictadura--yo voy a hacer algunas definiciones de los que es dictadura-- dictadura es la que no quiere que se vote, la que no quiere que se vote libremente. Democracia, en cambio, es la que quiere que se vote, la que pide que se vote, la que garantiza el derecho a que se vote libremente.

Dictadura es la que no permite que se diga en voz alta la palabra dictadura. Dictadura es la que tranca periódicos que se atreven a decir la palabra dictadura en sus páginas. Democracia, en cambio, es la que permite que se le calumnie con el uso de la palabra dictadura libremente. Democracia es la que garantiza la libre circulación de los periódicos que gritan y vociferan la calumnia contra la democracia misma.

Dictadura es la que no le permite a orador o a periódico decir la verdad. Democracia es la que garantiza libertad hasta para los que dicen el embuste. Y la garantiza hasta para los que dicen y repiten el embuste contra la democracia misma.

Una dictadura se conoce, entre otras cosas, por la poca verdad que se dice en voz alta bajo su gobierno. Una democracia se conoce, entre otras cosas, por los muchos embustes que a gritos su libertad permite que se digan, y garantice que se puedan decir.

Una democracia se conoce, entre otras cosas, por los muchos embustes que se dicen contra su gobierno. Y por los muchos embustes que se dicen contra el Gobierno de Puerto Rico, se conoce, entre otras cosas, la mucha libertad que hay en Puerto Rico para todos los puertorriqueños, para los puertorriqueños que respetan en su alma la verdad y para los puertorriqueños que desprecian en su alma la verdad. Para todos, protección democrática de su derecho a hablarla libremente.

Otro muñeco de pajas, otro espantapájaros, es la forma como pintan la tasación científica que se ha hecho. Les voy a dar algunos datos generales, importantísimos en su significación, sobre la tasación científica. Óiganlos cuidadosamente.

La gran mayoría de los puertorriqueños todavía no tienen que pagar contribución sobre la propiedad. Lo voy a repetir: La gran mayoría, la inmensa mayoría de los puertorriqueños no tienen que pagar un solo centavo sobre la propiedad.

Y esto es porque la gran mayoría de los puertorriqueños todavía no son dueños de propiedad. ¡Ojalá todos los puertorriqueños fueran dueños de propiedad! Nada me daría a mí más satisfacción que saber que todos los puertorriqueños fueran dueños de propiedad, y nada le daría más satisfacción a cada puertorriqueño que tener que pagar contribuciones por la propiedad por haberse convertido en dueños de propiedad tributable en contribuciones.

Pero la inmensa mayoría de los puertorriqueños, cientos de miles de puertorriqueños, ni antes de la tasación científica tenían que pagar un solo centavo de contribución sobre la propiedad, ni después de la tasación científica tendrán que pagar un solo centavo de contribución sobre la propiedad.

En un país donde la inmensa mayoría de los ciudadanos no son propietarios, es un gran privilegio ser propietario de algo. Y por eso es que los que tienen este gran privilegio, si es que su propiedad está tasada en más de $2,500, según la ley de ahora, tienen que contribuir, y deben en buena moral y en buena justicia y en responsabilidad hacia sus conciudadanos más pobres y más desgraciados, contribuir con su parte a la obra de irle aliviando la vida, de irle fortaleciendo la justicia, de irle amparando la esperanza a éstos, sus más desgraciados, sus más sufridos, sus más adoloridos conciudadanos.

Esto no quiere decir, sin embargo, que entre los que tienen el privilegio de tener propiedad--y por consiguiente el deber que conlleva ese privilegio, si es propiedad valorada en más de $2,500, de pagar una justa contribución sobre esa propiedad--esto no quiere decir, repito, que esa contribución deba ser injusta.

Precisamente la obra del Gobierno fue buscar un método más moderno, más comprobado por la experiencia en muchos otros países avanzados y democráticos, un método que hace mayor justicia; por eso mismo, repito, el Gobierno tiene el mayor interés en que las injusticias que se cometan--y cuando hay una obra difícil y nueva como ésta algunos errores que parezcan ser injusticias a la fuerza tienen que cometerse, al principio de una obra tan complicada como ésta--y el Gobierno que tengo el honor de dirigir tiene el mayor interés, y yo personalmente tengo el más profundo interés, en que entre los que son contribuyentes sea equitativa la carga de la contribución y sea con justicia que se distribuya el deber de contribuir a la obra general para el resto de los ciudadanos, para el pueblo de Puerto Rico.

Pero vuelvo a repetir que son cientos de miles los puertorriqueños que no han tenido hasta ahora que pagar un solo centavo de contribución sobre la propiedad y que ahora, después de la tasación científica, tampoco tendrán que pagar un solo centavo de contribución sobre la propiedad; algunos, muchos miles, porque no tienen propiedad tasable alguna; otros, muchos miles también, porque tienen propiedad, pero no alcanza la tasación a los $2,500; y por debajo de los $2,500, en cuanto al hogar seguro de cada familia concierne, tampoco hay que pagar contribución aunque tengan propiedad hasta esa valoración.

Yo quiero decir que solamente en algunos sitios de las ciudades y de los cascos de las zonas urbanas de los pueblos, ha subido el valor de la propiedad para efectos contributivos por la tasación científica. En muchos sitios en los mismos cascos de los pueblos, en alguno que otro sitio en las ciudades y en prácticamente todos los campos a lo largo y a lo ancho de nuestra Isla de Puerto Rico, los contribuyentes van a pagar debido a la tasación científica menos contribución ahora de la que han venido pagando hasta ahora. Y esos son miles de contribuyentes. Y esos son, me atrevo a decir, docenas de miles de contribuyentes que debido a la tasación científica van a pagar menos contribuciones ahora de las que han venido pagando hasta ahora.

Y esto es verdad, sobre todo, en abrumadoras mayorías en los cascos de las poblaciones más chiquitas y en abrumadorísima mayoría a través de los campos de Puerto Rico donde vive la agricultura, donde lucha con la tierra el labriego, el hombre que hace producir la tierra que Dios le dio como base de su vida económica y de su producción a Puerto Rico.

Repito, que en muchos sitios no pagarán contribución. Los que no pagaban antes tampoco van a pagar ahora, digo, en cuanto a muchos miles de ciudadanos y de familias. Repito que muchos miles van a pagar menos contribución debido a la tasación científica de lo que han venido pagando hasta ahora.

Y ahora a estas dos cosas que acabo de decir y de repetir, quiero agregar esta otra: Muchos, y también son miles, que han venido pagando alguna contribución--eran pobres pero alguna contribución han venido pagando, de $5, de $10 al año, de $15, de $25, de $30, de $35 al año--muchas de estas familias ahora, debido a la tasación científica y a lo largo y a lo ancho de nuestra Isla de Puerto Rico van a dejar de pagar contribución como resultado de la tasación científica. Solamente en los pueblos de Fajardo y Humacao, que no son nada más que dos, yo calculo que por lo menos de novecientas a mil familias que ahora pagan contribuciones van a dejar de pagar contribuciones como resultado de la tasación científica.

Así es que no cabe duda que la tasación científica, en lo que se refiere a contribuyentes, va a ser de beneficio real, práctico, positivo, indubitable para miles y para docenas de miles de familias pobres en Puerto Rico.

Pero repito también que en el grupo de contribuyentes a los cuales la tasación de primera intención les ha mandado recibos en que se les suben las contribuciones, donde haya habido injusticia en esa alza de las contribuciones, nadie pondrá mayor empeño que yo y los hombres de mi Gobierno en que se corrija el error que haya producido esa injusticia.

No por el hecho de tener el deber de pagar contribuciones, debe nadie tener el deber de pagar más contribuciones de las que en justicia le corresponda pagar. Y este es precisamente uno de los propósitos de la tasación científica.

De manera que los que hayan recibido alza en las contribuciones, puede ser un alza justa y si es justa, se mantendrá. Si es un alza justa basada en un error, se corregirá. Y de esto pueden tener todos la seguridad que les da un Gobierno que es de responsabilidad y que es de espíritu justiciero.

A los que les aumenta, pueden apelar a las juntas administrativas que habrá en todos los pueblos en el momento oportuno para oír las apelaciones rápida y sencillamente. Si no les satisface el resultado de esa apelación allí, pueden apelar al Tesorero de Puerto Rico. Si no les satisface el resultado de esa apelación allí, pueden apelar al Tribunal de Contribuciones.

Para los que sean muy pobres, sobre los gastos que inevitablemente origina algún litigio en el Tribunal de Contribuciones, yo recomendaré a la Legislatura--me siento confiado, conociendo el espíritu de justicia de los legisladores, que ellos le darán la más cuidadosa consideración a mi recomendación y la aceptarán o la mejorarán con la contribución de su pensamiento y de su estudio--que en alguna forma a la Corte de Apelaciones Contributivas se le faciliten los medios de celebrar audiencias en distintos pueblos y regiones de la Isla para facilitarles a los contribuyentes más pobres, a los que hubiera habido algún aumento en su recibo, el apelar ese aumento si ellos creen que es de justicia apelarlo, y si tienen el convencimiento de que una vez apelado, pueden demostrar la justicia que a su juicio les asiste.

Y en todas las formas posibles serán ayudados. Las dos comisiones de contribuyentes--una de Fajardo y otra de Humacao, que me visitaron el viernes pasado--me dieron mucha luz sobre algunos de los puntos de su protesta; y en algunas cosas me convencieron inmediatamente de que algo debía de hacerse, siguiendo la protesta que habían hecho, y yo les he agradecido a estos amigos que me hayan visitado, no como quien protesta sino como quienes vienen a cooperar con el Gobierno en que el Gobierno entienda cómo hace mejor trato y mejor justicia para todos los ciudadanos sobre los cuales tiene responsabilidad de justicia el Gobierno.

Y una de las cosas que ya se ha determinado es que el término de treinta días no es suficiente en el momento en que empieza una legislación buena, pero sumamente complicada y difícil como ésta de la tasación científica, de la cual estamos hablando.

De manera que en parte por medidas administrativas que se tomarán inmediatamente y en parte después por la convalidación legislativa que se juzgue necesaria por los legisladores, el término será mucho mayor de treinta días para que haya oportunidad de ver con toda calma, de ver con toda precisión, de ver con todos los datos y con todo el pensamiento necesario dónde es que hay error para corregir el error, dónde es que pueda haber habido injusticia para eliminar la injusticia que pueda haber habido.

Ahora, amigos, compañeros, yo quiero también señalar esto mientras estoy en esta parte del tema que trato ante ustedes esta noche. A algunos de los que se les ha aumentado tres y cuatro veces la contribución--son pocos pero son algunos, sobre todo en los cascos de las poblaciones--a algunos de los que se les ha aumentado dos y tres, posiblemente hasta cuatro veces la contribución que antes pagaban, puede habérseles hecho ese aumento por equivocación, por error, y en ese caso, repito, se corregirá la equivocación, se corregirá el error.

Pero también debo señalar esto otro. A algunos de los que les ha aumentado la contribución en dos y en tres y hasta cuatro veces puede ser que no sea por error cometido ahora, sino que por error cometido hace diez y doce y quince y veinte años han venido pagando mucha menos contribución de la que le debían a su pueblo pagar durante todos esos años. Ahora se sorprenden y la justicia les parece tremenda de resistir, pero es precisamente por lo tremenda que fue la injusticia que ha tenido que corregir de un solo golpe la justicia ahora después de un gran retraso de años.

Yo espero que estos casos no hayan sido tantos, pero sé que también hay de estos casos. Y donde esa es la situación se van a tener que resignar a pagar tres y cuatro y cinco veces más, pues sería injusto que no lo hicieran porque el Gobierno municipal y el Gobierno de Puerto Rico no cobran contribuciones por gusto. Cobran contribuciones para darle servicio al pueblo que necesita esos servicios. Cobran contribuciones para que haya medicinas para los enfermos, para que haya tratamientos médicos para los enfermos. Para que haya maneras de hospitalización y de cuido y de cura para los enfermos. Para que haya maneras de prevenir enfermedades y de que a los saludables no lleguen las enfermedades, para que haya aguas puras que eviten muchas enfermedades porque con aguas corruptas no se podían evitar. Para que hayan más escuelas para los niños. Para que haya más luz de la instrucción en las cabezas del pueblo de Puerto Rico según los niños van llegando a la juventud y la juventud va componiendo las nuevas generaciones de nuestra responsabilidad con nuestros graves problemas de pueblo. Para que haya manera de estimular industrias nuevas para aumentar la oportunidad de trabajo tan necesaria en Puerto Rico, cuando se han aumentado más de 150,000 oportunidades de trabajo en los últimos diez años; pero todavía hay mucha falta de trabajo en Puerto Rico porque todavía hay mucha más población que hace diez años, porque también hay muchos más trabajadores en necesidad y en busca de trabajo que hace diez años en Puerto Rico.

Para todo esto es que se cobran las contribuciones y a nadie se le debe cobrar más de lo que es justo, pero tampoco nadie debe pagar menos de lo que es justo. Porque de todo lo que se paga de menos, es menos medicina para el enfermo, menos instrucción para el niño, menos dinero para el estímulo de la industria que proveerá nuevos empleos, nueva producción, que dará más tranquilidad y más seguridad en los hogares.

Así es que si injusto es cobrar más de lo que se debe a un contribuyente, injusto ha sido el contribuyente que durante diez y quince años ha estado pagando menos de lo que debía a las necesidades de instrucción y de salud y de producción de su pueblo de Puerto Rico.

Por otro lado, amigos, compatriotas, como os decía hace algún tiempo por estas mismas estaciones Ramos Antonini, la tasación científica no tiene nada que ver con la votación de mañana. Y verdad es que llama la atención y parece una cosa en extremo rara que todos los partidos que están en oposición al Partido Popular Democrático en la votación de mañana hablan de todo menos de las cosas sobre las cuales grandemente el pueblo va a decir con sus votos libres y limpios.

La tasación científica ya la he explicado en sus fundamentos. Es beneficiosa para miles de personas y podrá no gustarle a algunos centenares de personas o posiblemente a dos o tres mil, pero es beneficiosa para ochenta o cien mil personas. Y a aquellos a quienes no les guste por error de la tasación, se va a corregir el error y solamente donde sea injusto corregir lo que se haya hecho, será que no se corregirá.

Pero no tiene nada que ver con la cosa de mañana. Mañana es una votación para hacer la Constitución de Puerto Rico, la Constitución que finalmente tendrá que aprobarla o desaprobarla--según sea su juicio, su criterio y su libre voluntad--el pueblo de Puerto Rico. El pueblo va a eligir a los delegados en quienes confíe y a los delegados en cuyo programa de cómo debe ser una Constitución para Puerto Rico el pueblo tenga más fe, más confianza, más solidaridad en su convencimiento.

La Constitución es para garantizar derechos al pueblo y para facilitar la obra que el pueblo necesita que se haga para su mejoramiento. Los delegados que deben elegirse son los que hayan declarado públicamente qué clase de Constitución van a hacer y los que habiéndolo declarado, el pueblo crea que es una clase buena de Constitución la que esos delegados se comprometen con el pueblo a hacer en la Convención Constituyente.

La Constitución es para garantizar esos derechos para hacer menos difícil la dificilísima y durísima y dolorosísima obra del pueblo de Puerto Rico. La Constitución es para garantizar derechos y para hacer menos difícil esa obra.

Si se eligieran delegados de aquellos que estuvieron en el poder ya entre 1930 y 1940--ustedes se los conocen, se los conocen tan de memoria que ellos saben lo que les va a pasar en las urnas--si se eligieran de aquellos delegados que ustedes conocen por sus actuaciones, por sus maneras de votar en la Legislatura, por qué privilegios eran los que les gustaba proteger y qué derechos eran los que les gustaba olvidar cuando estaban en el poder en la Legislatura, si ustedes eligieran delegados de aquellos que ya ustedes conocen, pues esos delegados irían a la Convención Constituyente, como es natural--como es natural a su naturaleza, a su historia, a la manera como ya todos los conocemos que son--irían allí a hacer una constitución de la misma manera que antes iban a la Legislatura a hacer unas leyes.

Y así como las leyes eran para estorbar la justicia del pueblo, así la Constitución que hicieran sería para estorbar y trabar la justicia del pueblo también. Y así como las leyes las hacían en beneficio del privilegio y en olvido de la esperanza de un pueblo de que podía y debía mejorar, así la Constitución que tratarían de hacer sería en olvido del pueblo y en gran respeto a los privilegios que se enriquecían a costa de la justicia y del olvido a los derechos del pueblo. Lo mismo que antes, repito, hacían legislación contra el pueblo, harían ahora constitución contra el pueblo.

Otra cosa que quiero señalar brevemente es ésta: Algunos de ustedes podrán preguntar por qué son tan frecuentes las votaciones en relación con todo este asunto y proceso de la Constitución y Convenio. Y yo les quiero decir a ustedes: Mientras más vote el pueblo, más poder ejerce el pueblo. Mientras menos vote el pueblo, menos poder ejerce el pueblo. Mientras más vote el pueblo, más muro de protección de sus derechos y de su justicia establece y fortalece el pueblo. Mientras menos vote el pueblo, más débiles se hacen las protecciones de su justicia y de su aspiración.

Por eso es que votar esta vez por primera vez en nuestra historia--y después pasarán muchas décadas de años sin que tengan que volver a ser así--pero esta vez, en este momento de nuestra historia, que haya que votar en junio y después tres meses más tarde en agosto y después cinco meses más tarde en enero, comparado con la importancia que tiene que el pueblo ejerza sus derechos, que las decisiones finales, que las decisiones fundamentales no las tome yo a nombre del pueblo ni las tome nadie a nombre del pueblo, sino que las tome el pueblo mismo directamente con su voto en la mano, depositándolo en la urna de acuerdo con su libre voluntad, eso tiene tanta importancia que bien valen tres o cuatro horas un día de junio y dos o tres horas un día de agosto y cuatro o cinco horas un día de enero.

A mí me cuesta días y días enteros la educación de esta cosa. A mí me cuesta días y días de mi trabajo, además del otro trabajo que ustedes con sus votos me han encomendado como Gobernador, para ir dándole mi cooperación a que el pueblo de Puerto Rico tenga estos derechos adicionales.

Y si eso me cuesta a mí y si eso le cuesta a otros compañeros que me ayudan, honrosamente para mí, honrosamente para todos en este trabajo, bien le vale a cada miembro de la comunidad puertorriqueña--a cada hombre, a cada mujer de cada aldea, de cada campo, de cada sitio, de cada vega, de cada monte, de cada rejolla, de cada pueblo, de cada ciudad en Puerto Rico--bien le valen dos, tres, cuatro, cinco horas, un día cada cuantos meses afirmar el derecho suyo, el ejercicio suyo del voto, que es la base de la libertad humana, que es la base de la democracia.

Por eso hemos querido los que hemos dirigido esto, por eso, repito, hemos querido los que hemos dirigido todo este proceso que las decisiones fundamentales las tome el pueblo mismo; y lo hemos querido porque eso es lo que le conviene al pueblo, porque eso es lo que el pueblo necesita. El pueblo necesita fortalecerse en el ejercicio de su derecho para estar protegido contra todas las eventualidades posibles del porvenir.

Cuando yo fui a Washington a proponer la Ley de Constitución y Convenio, yo tenía un otorgamiento de confianza claro del pueblo pero, sin embargo, creí que todos los pasos debían estar sometidos, al llegar a decisiones fundamentales, a los votos del pueblo y no a la delegación de esos votos en mí.

Asimismo el Comisionado Residente Fernós, también electo en la plataforma del Partido Popular Democrático debajo del emblema de La Pava y con los votos del pueblo, tenía bastante expresión de confianza para haber actuado a base de esos votos ya dados, pero él también, como parte que es de esta filosofía que todos juntos sostenemos bajo La Pava, él también quiso que las decisiones finales no fueran por delegación en él--como yo quise que no fueran por delegación en él, como yo quise que no fueran por delegación en mí, como la Legislatura de Puerto Rico quiso que no fueran por delegación en ella--sino que las decisiones finales fueran de ustedes, en los pueblos, en los campos de los hombres y mujeres libres, de los electores libres de Puerto Rico, de los votos libres y limpios de los puertorriqueños.

Y por eso es que tenemos que molestarnos un poquito en ejercer estos derechos tan grandes y tan importantes. Yo sé que ustedes, muchos de ustedes, miles de ustedes, me honran generosamente con su confianza. Y yo hasta les he oído decir a algunos de ustedes, Pero don Luis, ¿por qué usted no hace esto como a usted le parezca allá con la ayuda de los buenos amigos, que nosotros sabemos que usted no va a hacer nada que sea malo para nosotros, que nosotros estamos seguros que lo que va usted a hacer, va a ser cosa que usted honradamente y que usted responsable e inteligentemente sepa y esté seguro que van a ser buenas para nosotros?, pero yo a todos estos amigos he contestado y les contesto a ustedes: Un pueblo no debe delegar sus decisiones fundamentales ni aun en los hombres que le merezcan mayor y más honda confianza. En nadie debe confiar un pueblo más que en sí mismo.

Yo les agradezco a cientos de miles de ustedes lo mucho que ustedes confían en mí, lo generosamente que ustedes confían en mí. Se los agradezco desde el fondo de mi alma, pero les digo que en nadie debe confiar un pueblo más que en sus propios votos y por eso es que cada vez que puedo les proporciono la oportunidad de que no sea a través de mí ni a través de ningún otro hombre, sino a través de sus propios votos; en las urnas que se tomen las grandes decisiones del pueblo de Puerto Rico y de sus destinos.

Además, que hay que entrenarse en estas cosas. Hay que acostumbrarse a votar porque hay gobierno bueno ahora, pero en el porvenir pudiera haber la desgracia de que hubiera gobierno menos bueno. No creo que en el porvenir muy cercano, pero el porvenir es largo, los años son largos y la acumulación de los años es infinita; y los años se estiran en los siglos, y las generaciones se acumulan en el tiempo unas sobre otras, unas después de otras, en continuidad, sin cesar.

Y pudiera haber gobiernos malos en el porvenir. Y un pueblo que se hubiera acostumbrado a delegar y a no votar, sería una víctima muy fácil de esos gobiernos malos en el porvenir.

Acostúmbrense bajo los gobiernos buenos, que no solamente permiten votar sino que piden que se vote, para que tengan la costumbre de no dejarse arrancar el voto bajo los gobiernos malos que puedan venir en el futuro a tratar de arrancarles la costumbre de votar, a tratar de arrancarles la libre voluntad de con sus votos gobernar a su propio país y a su propio destino.

Amigos, compañeros, compatriotas, hoy hay una gran guerra fría en el mundo y en algunos sitios del mundo hay guerra de fuego y de balas también, además de guerra fría.

Los comunistas sostienen una guerra--fría en unos sitios, de fuego y balas en otros sitios--contra las democracias del mundo, contra el principio de la democracia en el mundo. Si los comunistas llegaran a ganar esta guerra que sostienen en todos los pueblos del mundo en una forma o en otra forma, pero que en todos los pueblos la sostienen, si los comunistas llegaran a ganar esta guerra en el mundo, los pueblos perderían la fuerza de sus votos, los pueblos serían como si no hubiera votos; esa base de la libertad humana que es el derecho a votar libremente la perderían los pueblos si los comunistas ganaran esta guerra en todo el mundo.

Y algunos amigos aquí en Puerto Rico, algunos compatriotas le proponen a ustedes que ustedes pierdan el voto sin que los comunistas ganen la guerra; que ustedes voluntariamente, por vagancia o por ignorancia o por indiferencia o por negligencia, dejen de votar; que no usen ese gran derecho; que se vayan acostumbrando a no darle importancia a ese gran derecho; para cuando llegaran al poder los gobiernos a quienes no les conviene que se vote, ya ustedes estuvieran acostumbrados a no importarle votar. Y los que le dan este consejo, no es que lo den por ser ellos comunistas--yo no voy a decir eso porque muy pocos de ellos creo que serán comunistas y además no me gusta meterme dentro de la conciencia de la gente y pretender que yo sé qué es lo que pasa dentro de la conciencia de un hombre--yo lo que puedo señalar es que lo que propone un hombre, a mí honradamente me parece perjudicial y malo para el pueblo de Puerto Rico a quien tengo el honor de informar y de defender. Ahora, no me puedo meter dentro de su conciencia para decir que lo propone de perverso o de malo o de ignorante o de qué motivación es que surge su proposición, pero en la práctica tenemos que defendernos de los resultados de lo que propone la gente sin necesidad de meternos--lo cual es muy imposible además--en su conciencia para saber por qué es que lo propone.

Sé que en Puerto Rico hay pocos comunistas. Así es que la mayor parte de los que proponen que no se vote no son comunistas, pero lo que están proponiendo es exactamente la misma cosa por la cual están peleando--con guerra fría y con balas y con fuego--los comunistas en todos los frentes de batalla del mundo; las mismas cosas que nuestros soldados defienden con el gran riesgo y el bravo riesgo de sus vidas en Corea contra los comunistas.

Nuestros soldados están peleando por defender la democracia, y el ejercicio del voto es la base de la democracia. El ejercicio del voto es la base de la libertad humana. Nuestros soldados en Corea, hombro con hombro con los soldados de la Unión Americana, hombro con hombro con los soldados de las democracias unidas del mundo, están peleando y contra los comunistas, y los comunistas en Corea están peleando contra nuestros soldados y contra los soldados de la democracia. Y si ganaran los comunistas, los pueblos perderían la efectividad de sus votos y entonces los que proponen aquí que no se vote están proponiendo que se empiece ya el resultado de como si los comunistas hubieran ganado su pelea en el mundo entero.

Y por eso, antes de despedirme de ti solamente quiero decir estas palabras más a ti, al puertorriqueño que me oye en poblaciones y campos, en soledad, en grupos, que ha sido mi compañero y mi correligionario en estas luchas cívicas durante muchos años; y a los que no lo han sido, pero que son puertorriqueños que merecen que yo me dirija a ellos con respeto tratando de persuadirlos de las ideas que yo creo las buenas para Puerto Rico, y lo único que quiero decirles antes de la votación de mañana es:

No despreciemos el ejercicio de este derecho a votar, no despreciemos esta base de la libertad humana. Que no sea por nuestra propia confusión o por nuestra propia negligencia que se haya derrotado, sin que ganen los comunistas, la cosa contra la cual pelean nuestros muchachos en contra de los comunistas. No derrotes con tu negligencia lo que tus hermanos están defendiendo con el bravo riesgo de su vida. Que Dios bendiga al pueblo de Puerto Rico y que concurra de acuerdo con su conciencia libremente a las urnas a ejercitar su derecho, derecho básico de la democracia, a emitir su voto.