Palabras pronunciadas por el honorable Gobernador
de Puerto Rico en la Sesión Inaugural
de la Convención Constituyente
17 de septiembre de 1951

Señor Presidente, señores delegados:

En el inicio de esta gran ocasión histórica, tengo el honor de transmitir a esta Convención, y al pueblo de Puerto Rico que ella representa, un mensaje del Presidente de la Unión Americana a la cual está asociado libremente el pueblo de Puerto Rico. Dice así el mensaje del Presidente Truman:

Honorable Luis Muñoz Marín
Gobernador de Puerto Rico
La Fortaleza, San Juan

Le ruego transmita mis saludos y mejores deseos a los delegados a la Convención Constituyente de Puerto Rico al iniciar sus sesiones. La reunión de esta Convención Constituyente es paso de la más grande importancia en el desarrollo del pleno gobierno propio en Puerto Rico. El pueblo de Puerto Rico, actuando a través de delegados electos por él, va ahora a formular para sí mismo una Constitución que exprese la propia relación deseada por él con la Unión Federal. Es con profunda satisfacción que contemplo la labor que hoy inicia esa Asamblea, pues veo con beneplácito la asociación de Puerto Rico con la Unión Federal en condiciones basadas únicamente sobre el mutuo consentimiento y la mutua estimación. Que Dios esté con ustedes en su gran tarea.
Harry S. Truman.

Como puertorriqueño agradezco profundamente estas palabras que tanto significan para nuestro pueblo, y estoy seguro que a base de la moción apropiada esta Convención Constituyente habrá de contestarlas y agradecerlas a nombre de todos.

Bajo tan buenos auspicios comenzamos hoy nuestra gran tarea y estoy seguro que todos--sean cuales fueren nuestras ideas, sincera y vigorosamente sostenidas-- habremos de estar a la altura que la ocasión, única en la historia de Puerto Rico, exige de todos nosotros.

Estamos reunidos para constituirnos libremente, sin más límite a nuestro pensamiento que el Convenio que nuestro pueblo ha aprobado. Y aún podemos trascender de ese límite si fuere nuestro juicio plantear desde ahora mismo modificaciones al Convenio que, de mutuo acuerdo con la Unión Americana, Puerto Rico ha rubricado con los votos de su pueblo. Constituirse, en un sentido, va más allá de la mecánica estructural del estado. Es un proceso de creación, de un pueblo buscarse, encontrarse y expresarse a sí mismo. Una de las creaciones de Puerto Rico es la afirmación de que el destino no tiene fórmula, que su naturaleza no es la de un diagrama, sino la de una energía. Puerto Rico se siente libre para crear su manera de ser libre dentro de la asociación que libremente ha escogido. Puerto Rico afirma su libertad para estar en continua creación de todas las formas de la libertad. Crear es, en sí, la más alta vocación de la libertad.

Durante muchos años discutimos nuestro destino como si sólo por una de dos fórmulas pudiera decidirse--respetables las dos, pero fórmulas. Creo que nuestro pueblo está contribuyendo ahora con una nueva manera de hacer su destino que no es fórmula, sino que es método de continuo crecimiento, semilla de cosechas.

La misma dificultad de su vida ha hecho que nuestro pueblo tenga que buscar sus propias formas de resolver problemas que otros pueblos podían afrontar sencillamente escogiendo entre fórmulas ya conocidas. La misma complejidad de lo que tenemos que hacer en Puerto Rico ha hecho ver a la mayoría de nosotros que con fórmulas rígidas de estatus político no podían resolverse problemas complicadísimos de libertad vital. Lo que se está creando en Puerto Rico no es una manera de acercarse a las dos, o a una de las dos, fórmulas rígidas de estatus político que antes privaron como únicas--aunque nada impida que nos acerquemos por este medio, y que ellas sean parte de la potencialidad de este estatus político que estamos creando. Porque el estatus político que estamos creando es una manera de desenvolver destino, en vez de un dibujo de una teoría de destino. El estatus de Puerto Rico está resuelto y, sin embargo, su forma seguirá en continuo crecimiento. Lo que ha nacido, a base del convenio con la Unión Americana, no es una estatua bella, rígida e incambiable. Es un ser; es, si se pudiera emplear la palabra, un estatus dinámico, una creación vital. El niño ha nacido. Pronto lo bautizaremos. Vamos todos juntos a criarlo.

Todos juntos, con nuestras ideas frecuentemente distintas, con reflexiones que a unos y a otros pueden conducirnos a distintas maneras de pensar. La discrepancia de criterio es también creadora. El pueblo de Puerto Rico tiene que ser amigo de sí mismo a través de los hombres que, representándolo, chocan libremente en sus ideas. Creo que a ninguno de nosotros--ni en esta Convención Constituyente, ni en ninguno otro foro, al que conduzcan los votos del pueblo--el pueblo ha encomendado hacer difícil la vida amiga dentro de la noble discrepancia. Todos en alguna ocasión en algo hemos fallado a esta encomienda. Formemos voluntad hoy de no fallarle. Que el debate aquí y fuera de aquí sea tan hondo, pero no más hondo que el respeto que todos le debemos al pueblo de Puerto Rico.