Palabras de don Luis Muñoz Marín en la sesión de
clausura de la Convención Constituyente de Puerto Rico
6 de febrero de 1952

Compañeros delegados, distinguidos huéspedes de esta Convención Constituyente:

No debe terminar esta Convención sin que se haga--y tengo gran satisfacción en que sea por mi conducto--pleno reconocimiento a la forma patriótica y fraternal en que los delegados que han representado aquí a las que llamamos minorías han colaborado en todo momento a través de nuestros largos estudios y largas deliberaciones, a veces aportando luces en medio del acuerdo con los de la mayoría, a veces aportando luces a través de enérgicos y sinceros desacuerdos con nosotros, los que hemos representado aquí lo que políticamente se llama la mayoría del país en este momento histórico.

Para todos ellos, las gracias mías como delegado a esta Asamblea, las gracias como puertorriqueño, las gracias como uno de los proponentes de este proceso constitucional en nombre de todo lo que conjuntamente representamos bueno de Puerto Rico y bueno para Puerto Rico.

Muchas gracias, amigos de las minorías, sinceramente desde el fondo de mi corazón; y mi felicitación a todos, a los que han votado a favor de esta Constitución y también a los que, por razones de convencimiento personal, han creído que era su deber votar en contra de esta Constitución. A todos, mi pleno reconocimiento.

Constitución y convenio

El proceso en que estamos empeñados es de Constitución y de Convenio. No creo necesario añadir a las palabras de los compañeros que me han precedido hoy, que han hecho un reconocimiento de lo mucho que significa la Constitución que en este día acabamos de firmar. Creo, como creen ellos, como creemos todos, que es un documento que merece que nos sintamos profundamente orgullosos de ser sus autores.

En lo que respecta a la parte de convenio de este proceso en que estamos empeñados, creo yo que es de la más alta significación, de la más grande importancia, la Resolución Núm. 23 de esta Constituyente, presentada por el Presidente del Partido Socialista, por el Presidente del Partido Estadista y por este servidor de ustedes, en representación del Partido Popular Democrático, en la cual Resolución Núm. 23 se reconoce--teniendo además, como ha tenido, el voto general de la Convención--que, por medio de este Convenio de unión entre el pueblo de Puerto Rico y los Estados Unidos de América, termina todo rastro y vestigio del sistema colonial en Puerto Rico. Estamos libres de todo rastro y vestigio de ese sistema.

Estado federal y estado confederal

Hemos dicho que estamos creando un estado dinámico, un estado que contiene dentro de sí la enorme energía de un continuo crecimiento, de una continua superación. Es el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, de naturaleza en parte federal y en parte lo que pudiéramos llamar confederal. En estos dos factores se encierra la posibilidad de su desarrollo en la Unión americana.

Federal es aquella forma de unión donde dos gobiernos--el gobierno del estado que es miembro, en alguna forma, de una unión más grande, tiene jurisdicción sobre el pueblo; y donde también el gobierno de la federación tiene jurisdicción, en otra área de temas, sobre el mismo pueblo; y, sin embargo, el gobierno de la unión no tiene jurisdicción sobre el gobierno del estado en sí. Son dos gobiernos con jurisdicciones sobre distintas áreas de temas en lo que respecta al mismo cuerpo de ciudadanos.

La forma que pudiéramos llamar confederal, en cambio, implica que hay unión, más bien a base de estados que se unen que a base de dos gobiernos que tienen jurisdicción sobre el mismo pueblo en distintas áreas de jurisdicción de asuntos, de temas.

Puerto Rico en parte, como dije, participa de la naturaleza de ser miembro de una unión federal en una forma nueva, en una forma creadora, en una forma de la propia inventiva del pueblo de Puerto Rico, en colaboración con el Congreso de Estados Unidos. Y, en parte, su relación es de naturaleza confederal.

Rigen las leyes federales. El pueblo de Puerto Rico en votación del 4 de junio aprobó que rigieran las leyes federales. Eso es del carácter de federación. No rigen, sin embargo, las leyes que implican que vayan fondos de Puerto Rico como contribución al Tesoro Federal de la Unión americana. El pueblo de Puerto Rico en su votación del 4 de junio también aprobó que así fuera en cuanto a esa clase de legislación. Eso es del carácter de confederación. Rigen en Puerto Rico leyes federales de contribución que requieren la aprobación del pueblo de Puerto Rico a través de su Legislatura para que rijan tales leyes. Eso es también en la forma que he llamado confederal de gobierno.

El desarrollo del futuro dentro de la Unión americana puede ser en diversas formas por uno de esos caminos. Puede ser hacia que Puerto Rico pase a ser un estado más de la Unión Federal igual que los demás estados en cuanto a similitud exacta en la forma de ser miembro de la Unión.

Puede ser que el desarrollo de Puerto Rico cobre un aspecto y emprenda un camino más bien hacia una forma confederal de gobierno en la que no haya el área de autoridad federal sino a través de la autoridad democráticamente ejercida por legisladores electos por el pueblo de Puerto Rico, en Puerto Rico, en vez de en el Congreso Federal.

Puede haber otros desarrollos dentro de las grandes potencialidades, dentro del gran dinamismo, de esta nueva forma de crecimiento político que conjuntamente estamos lanzando en el camino de la historia de nuestro pueblo, y de otros pueblos.

Gobierno por consentimiento y unión por convenio

Me parece a mí que, como dice la Resolución Núm. 23 de esta Convención, no cabe duda, ni puede ni debe caber duda alguna de que todo rastro de colonialismo ha desaparecido en Puerto Rico porque ésta es una unión por convenio, es una unión a base del principio de consentimiento mutuo, y no puede haber nada que vaya más allá de la validez de un convenio libremente acordado entre pueblos, ni puede haber nada que sea más que el consentimiento libre de un pueblo a una forma de gobierno y a una forma de relación con otro pueblo o con otros pueblos.

En ese sentido, compañeros de la Convención Constituyente, es que hemos dicho que el pueblo de Puerto Rico ha llegado al más alto nivel posible de igualdad política y de dignidad política.

En ese nivel, caben las discrepancias de criterio sobre si la organización del estado debe ser en una forma o en otra. Pero al nivel de igualdad y de dignidad y de libertad hemos llegado; y debemos llevar bien claro en nuestros corazones que de ese nivel no descenderemos más nunca en Puerto Rico

Aportación de Puerto Rico

Creo que Puerto Rico puede ser más profundamente útil a su función en el hemisferio americano aportando su diferencia cultural a la unidad política de la Unión americana. Creo yo que nuestra función es enriquecer la Unión Americana con nuestra presencia en la Unión Americana y no meramente agregarle un pedazo más de similitud a la Unión Americana con nuestra presencia en ella.

Creo yo que éste es el sano instinto y el sano entendimiento de nuestro pueblo. Y me parece que es, que debe ser, el mejor interés de la Unión Americana, de la cual somos leales ciudadanos. Queremos su bien y por querer su bien es que queremos que Puerto Rico haga aportaciones de enriquecimiento a ella y aportaciones de mejor entendimiento en esta parte del mundo que se llama el hemisferio americano y en toda la parte del mundo donde se lucha por el entendimiento de la libertad y por la defensa de la libertad.

Por eso he dicho que creo que siendo una gran dignidad, como lo es, ser un estado federado de la Unión--no creo que haya quien pudiera tener el deseo de negar que es una gran dignidad--sin embargo, me parece a mí que el pueblo de Puerto Rico puede tener la igual dignidad de ser un estado, en otra forma nueva, de esa Unión; y en la igual dignidad tener un mayor servicio a esa Unión, tener un mayor servicio a la libertad, tener un mayor servicio al enriquecimiento de la cultura en América, tener un mayor servicio para todos nuestros conciudadanos de la Unión Americana y para todos los hombres de la democracia en América y en el mundo.

La ciudadanía americana

Por eso, cuando oigo decir, a veces descuidadamente, la frase que se dice de entera buena fe de que estamos cobijados por la ciudadanía americana, no me parece espiritualmente correcta la frase. Yo no creo que estamos cobijados por la ciudadanía americana. Yo creo que nosotros contenemos dentro de nosotros mismos la ciudadanía americana.

La ciudadanía, compañeros, no es un dios. La ciudadanía no es un dios superior a nuestra condición, sino que es un contenido inmanente de nuestra naturaleza cívica como hombres libres.

Por eso es que me suena a veces extraña también la frase dicha claramente con descuido, no intencional, de que se es "proamericano". Yo no concibo cómo se puede ser aquí proamericano. Ser proamericano sería estar a favor de un ser superior americano por parte de un ser inferior que no es americano. No se puede ser proamericano. Yo lo que concibo aquí en Puerto Rico es que nosotros somos americanos, no proamericanos. Y que lo somos específicamente, y ampliamente y profundamente en el sentido de la Unión Americana y en el sentido de la cultura y de la historia del hemisferio americano entero. Somos americanos de cuerpo entero, de hemisferio entero, de continente entero americano.

Y es de esa manera que como todos los buenos ciudadanos, nosotros enriquecemos la ciudadanía de los Estados Unidos, además de llevarla por dentro con orgullo, y además de enriquecernos con los grandes valores de esa gran ciudadanía.

Contribución creadora

Este proceso constitucional que nos ha juntado en el gran acto de esta Constituyente es el ejemplo más claro de la aportación creadora, del enriquecimiento que le hace el pueblo de Puerto Rico, dentro del ámbito de sus posibilidades y dentro de la valía de su espíritu, a la ciudadanía de los Estados Unidos que lleva en sí.

Yo creo, mis queridos amigos y compatriotas, que hace mucho tiempo que ciudadanos americanos no hacían una contribución creadora de tan alto mérito a la ciudadanía de los Estados Unidos, a la historia, a la creación política de los Estados Unidos de América. Y todos nos sentimos orgullosos, y me parece que es el deber de todos y de cada uno de nosotros llevar el sentido de ese orgullo hasta el más humilde bohío de las montañas de Puerto Rico para que sea fuerza de nueva creación en ese magnífico pueblo de Puerto Rico.

A la juventud de Puerto Rico

A todo el pueblo de Puerto Rico quiero dirigirme con estas palabras finales en este momento tan solemne de nuestra historia. Y especialmente quiero dirigirme a la juventud de Puerto Rico, que es la que más necesita libertarse de esa angustia que llevábamos por dentro sobre esta cuestión de estatus político, y encender el fuego de la energía de haberse libertado de esa angustia y de tener el orgullo de que es un estado libre asociado de la Unión Americana; libre en su espíritu, libre en sus fuerzas creadoras. Soltémonos todos de esa angustia que hemos padecido en el pasado; libertemos nuestras energías para obras de mayor enjundia, de mayor creación, de mayor necesidad, de mayor profundidad para la justicia, el bien y el destino de nuestro pueblo de Puerto Rico.

Esta gran Constitución, hecha en este libre Convenio, es para la libertad de espíritu del pueblo de Puerto Rico, de la gente joven de Puerto Rico, de todo lo que es Puerto Rico. Esta Constitución grande, en este Convenio libre, es para que nos desatemos de las rémoras de la angustia y les demos nuevas fuerzas a las alas vigorosas del pueblo de Puerto Rico, al vuelo vigoroso de la juventud puertorriqueña.

Mis palabras finales son al pueblo de Puerto Rico, a la gente joven de Puerto Rico, a todas las generaciones que comparten el dolor y la esperanza de este tiempo en Puerto Rico. Mis palabras a ellos son: ¡Vuela, vuela en el cielo, más estrellado que cualquier bandera, que cobija al continente americano entero! ¡Vuela en el horizonte dilatado de la propia hondura de tu espíritu de pueblo magnífico! ¡Vuela en tu servicio a tu propio destino y al porvenir de los hombres libres en todas partes de América, en todas partes de la tierra!

¡Que Dios bendiga al pueblo de Puerto Rico! ¡Que Dios ilumine al pueblo de la Unión Americana cuya ciudadanía contenemos en nuestros espíritus también! ¡Que Dios proteja al hemisferio americano y la paz del mundo mantenida en términos de justicia y de libertad!