Mensaje de Luis Alberto Ferré Rangel, Director del diario El Nuevo Día, en los actos conmemorativos del aniversario del 142 natalicio de Luis Muñoz Rivera en Barranquitas el lunes 16 de julio de 2001.
Luis Alberto Ferré Rangel, Director del diario El Nuevo Día.

Buenos días.

Me siento profundamente honrado de participar en esta conmemoración del natalicio de Luis Muñoz Rivera. Lo hago humildemente pues la figura de Muñoz Rivera se agiganta con el pasar del tiempo a medida que su obra va develando su espíritu imperecedero.

Participo con ustedes primero como puertorriqueño y segundo como periodista. Porque releyendo decenas de editoriales que escribiera Luis Muñoz Rivera desde su tribuna en el periódico La Democracia constaté que se trataba de un hombre profundamente comprometido no sólo con el desarrollo político de su patria, sino también con el crecimiento civil de su sociedad en todas sus manifestaciones.

Confirmé además que sus postulados-como periodista-cobran hoy en día aún más vigencia que nunca, lo que realza aún más la trascendencia de esta dimensión de su pensamiento. Sin sus valientes batallas libradas desde las páginas de La Democracia contra los monopolios del poder (en el caso de la Standard Oil, por ejemplo) y contra de los estilos despóticos de los gobernadores españoles (que le costó la cárcel varias veces), el desarrollo democrático en Puerto Rico no hubiera sido el mismo.

Así que hablaré del Muñoz Rivera periodista. No hablaré del político, ni del autonomista. Esa dimensión es ampliamente conocida. Hablaré de periodista que Muñoz Rivera fue y del periodista al cual todos debemos aspirar, aún sin ejercer la profesión. Porque los valores encarnados en sus palabras son patrimonio de todos. Dejaré que sea él quien hable y verán el valor de sus palabras hoy en día. Pero antes, quisiera compartir con ustedes algo que no conocen y es que el periódico precursor de El Nuevo Día, El Día de Ponce, tuvo estrechos lazos con Muñoz Rivera.

Y es que el origen de El Día de Ponce, antecesor de El Nuevo Día de San Juan, que salió por primera vez el 13 de diciembre de 1909, estuvo relacionado con este gran puertorriqueño, por vía de Don Guillermo Cintrón, fundador y propietario de El Día. Además los más cercanos colaboradores de Cintrón, los muy conocidos Nemesio Canales, Eugenio Astol, Juan Braschi, Rodríguez Cabrero, Félix Matos Bernier, Fernando J. Matías y muchos otros, fueron los discípulos intelectuales y políticos de Muñoz Rivera en la sala de redacción del periódico La Democracia, que había sido fundado en Ponce, en julio de 1890. Muñoz Rivera fue inspiración de esta generación de periodistas.

El jayuyano Nemesio Canales, copropietario del periódico, fue uno de los contertulios más frecuentes en la casa de Muñoz Rivera. Posteriormente, otro de los seguidores del gran patricio en el Partido Unión de Puerto Rico, Guillermo Vivas Valdivieso, adquirió el periódico de Cintrón, conduciéndolo hasta casi mediados del siglo XX cuando Don Luis A. Ferré lo adquiere.

Todos los periodistas y redactores fundadores de El Día de Ponce, como el propio Muñoz Rivera, eran personas sin educación literario formal, sin estudios universitarios, pero parafraseando palabras del ilustre prócer, habían llegado a la prensa para ofrecer a su país el caudal de sus recursos intelectuales2.

Prueba de la devoción que sentían los discípulos hacia su maestro fue la manera en que El Día siguió los pasos de la enfermedad y muerte de LuisMuñoz Rivera. Desde el 14 de septiembre de 1915 relató el regreso a la isla del patriarca que se encontraba en estado de gravedad y destacó su muerte, el 15 de noviembre de 1915. En esa fecha El Día dedicó cinco primeras planas completas al prócer, como muestra extraordinaria de cariño y afecto, a la vez que de hondo pesar por su deceso.

Al fundar El Día, Cintrón se rodeó de un grupo de periodistas formados en el rudo batallar por la libertad de prensa en Puerto Rico. Esta lucha, que se libró a lo largo del siglo XIX, constituyó uno de los capítulos más brillantes en la historia de los derechos democráticos en Puerto Rico. Esa gesto había comenzado casi dos décadas antes y tuvo como líder a un joven poeta de Barranquitas, llamado Luis Muñoz Rivera.

El Puerto Rico decimonónico de Muñoz Rivera y el nuestro contienen además de los obvios contrastes, escalofriantes similitudes.

Escribía Muñoz Rivera en La Democracia -precisamente un 25 de julio de 1894 sobre el 3letargo profundo2 en que dormía la política y se quejaba 3del vacío y del silencio2 que poseía al país que se desarrollaba materialmente, pero en lo intelectual 3se atrofiaba entre débiles penumbras2. Concluía su lamento: 3¡Qué tristeza contemplar este sepulcro de vivos!

Ciento siete años después, esas palabras de Muñoz Rivera resultan demasiado conocidas y perturbadoras. Vivimos-como todos sabemos-en la era del debate estéril y del discurso político y social agotado. Como periodista Muñoz Rivera buscaba el enriquecimiento del criterio propio, hoy en día tristemente la prensa puertorriqueña recoge la cacofonía dogmática que ha venido a sustituir el verdadero debate social y público.

Muñoz Rivera a pesar de ser autonomista era un agudo observador de la realidad política y social del Puerto Rico decimonónico y muchas de sus observaciones estaban desprovistas del matiz político y sí cargados con una gran urgencia cívica. Releyendo sus editoriales he llegado al convencimiento de que su compromiso cívico nacía de su vocación periodística por la cual sentía una gran responsabilidad moral.

Por eso, durante esos años como dueño y director de La Democracia, Muñoz Rivera se manifestó en torno a los alcances y significado, no sólo de su periódico, sino de la prensa en general. De esta forma sus reflexiones contribuyeron a delimitar los entornos del derecho de la libertad de prensa y sirvieron de guía para el desarrollo del periodismo moderno en Puerto Rico. Veamos:

En primer orden, Muñoz Rivera se autodenominaba como (y cito) 3conocedor del poder de la palabra escrita y de la influencia del periódico sobre la opinión pública2. (3/10/1894).

Escribió que fundó La Democracia para servir al pueblo, (2/7/1894) para ser su reflejo, (11/2/1892) para representar la patria puertorriqueña.(8/15/1895) Así también, señaló que la instituyó para 3cortar donde hubiese abusos2; 3para destruir una rémora; para combatir una injusticia y encauzar una reclamación2.(2/7/1892). En esas circunstancias, decía Muñoz Rivera, 3surge nuestra pluma humilde y tosca, pero independiente y honesta2. (2/7/1892).

La Democracia, decía Muñoz Rivera, era dura y fuerte en el ejercicio de la crítica cuando consideraba que se imponía la necesidad de responder a los intemperantes caprichos del poder. (12/10/1894).

La prensa debía marchar adelante para proteger al pueblo. (21/2/1895) El periodista se debía al pueblo, y particularmente a las causas justas que piden propaganda vibrante y abnegación estoica.

Decía el ilustre barranquiteño que un heraldo de la palabra escrita, un tribuno del pueblo, se atreve a decir en el periódico lo que en todos los tonos grita el pueblo, ya fuese en calles o en plazas, en el hogar o en la reunión íntima.

Estas valientes y románticas palabras de Muñoz Rivera son tan certeras hace más de 100 años como hoy en día. Desde temprano, Muñoz Riveraestablecía que la prensa era la voz de todos y el protector de las libertades ciudadanas, lujo del cual disfrutamos hoy todos y no necesariamente su generación.

Su llamado nos obliga a renovar nuestro compromiso de fiscalizar el Gobierno cuando éste se torne insensible ante los reclamos de los ciudadanos. El Gobierno está para servir al pueblo y no para servirse de él. La prensa puertorriqueña se mantendrá vigilante y alerta para denunciar cuando los intereses ajenos al bien común intenten socavar el fin público.

La prensa puertorriqueña y El Nuevo Día fuimos consistentes en la denuncia y certeros en nuestras investigaciones en los sonados casos de corrupción gubernamental que fueron a parar a los tribunales. Como periodistas no cejaremos ante nuestro afán de proteger la integridad del servicio público. Esta administración ha hecho un compromiso para combatir la corrupción y devolver la integridad y la sensibilidad al servicio público. Nuestra responsabilidad es que esa palabra se cumpla. No bajaremos la guardia, nunca.

Hablaba Muñoz Rivera de que la prensa debe ser el reflejo del pueblo. Hoy en día, Puerto Rico vive momentos de gran ansiedad política y social. Hoy más que nunca, los ciudadanos necesitan que sus reclamos sean atendidos y que su voz sea escuchada.

La multiplicidad de medios ha permitido un mayor acceso público a la prensa, pero esto tristemente ha sido inversamente proporcional a la calidad del debate público.

Muñoz Rivera también fue partícipe de un desarrollo sin precedentes de los periódicos de la época, algo que celebró en varios editoriales por razones obvias: mayores eran las oportunidades para exponer los atropellos e injusticias del régimen colonial.

Pero también tuvo palabras muy duras contra los recién llegados a la profesión y contra los organismos que traicionaban lo que él entendía era la misión de una prensa libre. Oigamos algunas de sus críticas, que como antes, tienen tanta relevancia hoy, como hace más de un siglo.

Muñoz Rivera era muy exigente con los aspirantes a periodistas, y de hecho aborrecía a cualquier señorito que (y cito), 3porque borroneó tres comunicados incorrectos, porque leyó cinco noveluchas cursis, se juzga con capacidad bastante para saltar al palenque, rasguear cuartillas, y amenazarcon sus críticas a cuantos seres pueblan el universo2. (9/7/1894).

Además, continuó diciendo: 3hoy se improvisan escritores con más rapidez de la que pide la cultura y el buen sentido del país.

Detestaba el hecho de que para entonces no fuese preciso saber nada, ni estudiar nada para subir a la tribuna del periodismo.

Cronistas conocemos, decía Muñoz Rivera, a quien no pudimos nosotros aceptar unas líneas contra el cacique de su pueblo, porque eran una sarta de injurias sin razón... y sin gramática". (9/7/1894) Más para mal habían directores de periódico que adoptaban esa manera de hacer periodismo" -la de las injurias. (9/7/1894)

Al cierre del siglo XIX, el número de periodistas iba en vertiginoso ascenso. Muñoz Rivera repudió escucharles decir que estos eran interpretes del sentimiento público; que eran ecos de las necesidades políticas. (9/7/1894) Entonces se preguntó: 3¿se deben consentir en silencio tales osadías? ¿se debe aplicar correctivo a tales insensateces?2 (9/7/1894) ¿Es acaso el periodismo campo de feria en que cada uno puede levantar su barraca y desbarrar a su gusto?2 (9/7/1894)

Esos periodistas instantáneos2, decía Muñoz, 3buscando la notoriedad encuentran el ridículo2. Al sentirse inválidos por la desesperación que les produce su impotencia, acuden a veces al escándalo para hacer que les oigan. Entonces, 3convierten sus plumas en válvulas de escape de todos las ruines envidias y de todos los despechos nauseabundos2. (9/7/1894) Esta condición, decía Muñoz Rivera, 3sería sólo risible si no fuera también repugnante2 y no queda otro camino que la indiferencia popular2.(9/7/1894)

Así, decía Muñoz Rivera, 3tanto como es útil el periódico serio, veraz, concienzudo, que no se dobla al halago ni cede a la amenaza, que contiene al poder en sus abusos e ilustra al pueblo en sus progresos, es reprobable el periódico que, torpemente amasado, sino se lanza a la diatriba y al insulto, pervierte el gusto literario con sus absurdas lucubraciones y sus perpetuos barbarismos". (9/7/1894)

Con cadencia poética, Muñoz Rivera sin saberlo describiría mucho de los vicios que aún perduran en la prensa puertorriqueña. Hoy urge un replanteamiento de la manera de hacer periodismo en Puerto Rico. Debemos hacer menos periodismo bipolar donde se reporte sólo los polos opuestos de asunto y más periodismo multipolar donde se enriquezca la noticia con varios puntos de vista. Sencillamente, darle voz a quien necesita ser escuchado y no a quien quiere ser escuchado.

La pluralidad de medios no es garantía de que haya pluralidad de ideas. La prensa puertorriqueña tiene que profundizar y contextualizar más sobre nuestra realidad. Tiene que comenzar a dejar de reportar sobre los mismos temas y dejar de entrevistar a las mismas personas.

Al ampliar nuestro radio de acción estaremos reforzando las instituciones civiles de nuestro país. Llamémosla sociedad civil o Tercer Sector o fuerzas vivas, las instituciones civiles son una parte fundamental de nuestro tejido social y no podemos ignorarlos en nuestro trabajo de periodistas. Al contrario debemos actuar como facilitadores para que contribuyan a enriquecer el empobrecido debate público y para que contribuyan para ir más allá del Estado a la hora de solucionar los graves problemas sociales que nos aquejan.

Si queremos evolucionar de una "partidocracia' -y no creo que ese término sea extraño para ustedes- hacia una verdadera democracia, las ideas deben respetarse y valorarse por sí mismas. En ese sentido, Muñoz Rivera siempre abogó por la libertad de pensamiento y criterio, como condiciones fundamentales no sólo para su ideal autonomista, sino como condiciones humanos fundamentales.

La prensa puertorriqueño debe ser siempre fiel protector de la libertad de pensamiento y criterio. Como tal debemos fomentar el pluralismo ideológico tanto político, como social, económico y cultural. No hay institución civil después del sistema de justicia que garantice más esos derechos que la prensa. Ser reflejo del pueblo -como nos pide Muñoz Rivera-es hacerlo con toda su complejidad y hermosa profundidad de pensamiento.

Muñoz Rivera fue quizás el exponente más brillante de la tradición liberal democrática del último tercio del siglo XIX en Puerto Rico. Como tal, fue sensible a los valores universales de esa tradición promulgados hacía ya más de dos siglos por Estados Unidos en su Constitución y promulgados esporádicamente por los brevísimos períodos constitucionales españoles.

Aunque no encontré mención expresa en sus editoriales, Muñoz Rivera debió conocer a cabalidad los valores de la Constitución de Estados Unidos puesto que sus postulados de libertad de pensamiento, de expresión y de criterio son los mismos que defendió él. Su intelecto era además de europeísta era universal.

Por lo tanto, la gesta que comenzó el autodenominado "jíbaro de Barranquitas" hace más de un siglo estaba entroncada realmente en los valores democráticos universales recogidos y protegidos por las constituciones que nos rigen hoy día: la Constitución de Estados Unidos y la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Como periodista, Muñoz Rivera buscó siempre que existiera el clima de libertad necesario para debatir ideas y -porque no- adelantar ideales. Pero todo desde un escenario donde hubiera igual oportunidad para todos y respetando siempre los más altos códigos de ética moral y cívica.

Hoy gracias a nuestra ciudadanía norteamericana gozamos de un clima envidiable de libertad democrática. Irrespectivamente de su ideario político, Muñoz Rivera hubiera estado orgulloso -pero quizás no satisfecho-del estado actual de las libertades ciudadanas que disfrutamos hoy en día gracias a la protección que nos brindan la constitución federal como la del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Pocos lugares en el mundo gozan de una libertad de expresión y de prensa tan amplias como la que disfrutamos hoy. A pesar de ellos hemos tenido que combatir amenazas y atropellos contra la libertad de prensa, como evidencias acontecimientos recientes. Pero cobijado por las garantías fundamentales de la primera enmienda de la Constitución Federal y el Artículo 11 sección 4 de nuestra constitución y respaldado por la firme determinación de nuestros tribunales de justicia de eliminar cualquier obstáculo a la libertad de expresión, la prensa puertorriqueño ha podido ejercer su labor sin temores y cortapisas y los ciudadanos han podido expresarse libremente.

Estos son legados importantes de la obra de Muñoz Rivera, el periodista, quien como defensor inequívoco de la libertad de prensa en Puerto Rico, sentó las bases para la convivencia democrática y cívica que aún estamos edificando.

Sus palabras son imperecederas no porque las usó como un soldado manejaba un sable, sino porque contienen valores democráticos universales entroncados en una experiencia democrática que precedía aún su propio tiempo.

Es nuestra responsabilidad como puertorriqueños y como periodistas continuar con su obra. No quisiera despedirme sin dejar ante ustedes una de sus frases -que otra vez- retumban por la claridad de su pensamiento y por la validez de su planteamiento:

No hemos venido al periodismo a halagar a nadie, ni mucho menos a los poderes públicos, cuando éstos se convierten en amenaza constante del derecho de la libertad y de la razón de todo un pueblo2. Luis Muñoz Rivera, 30 de agosto de 1894.

Muchas gracias.

Dado en Barranquitas, Puerto Rico.

16 de julio de 2001.

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