Mensaje del Lcdo. José A. Andréu García, Ex Juez Presidente del Tribunal Supremo, con motivo de la Conmemoración del Natalicio de Don Luis Muñoz Marín, 16 de febrero de 2004 en Barranquitas, Puerto Rico.


La famosa y heróica Helen Keller decía que peor que no ver era no tener visión...Oportuno nos parece ese pensamiento para calibrar la dimensión extraordinaria de la persona cuyo natalicio conmemoramos hoy. Don Luis Muñoz Marín, indudablemente fué un hombre de visión, lo que le permitió ejercer un liderazgo inspirador para su patria, aún en momentos y ante realidades que estrujaban el alma y deprimían la autoestima colectiva.

Por décadas Muñoz ejerció un liderazgo creativo, íntegro, enérgico y empático con la gente sencilla y sus mejores intereses, con quienes le unían propósitos, compromiso y una particular confianza. Por ellos aceptó retos, sembró creencias, sueños e inspiración y batalló, como Sísifo, contra toda adversidad, puesta su mirada siempre en la cumbre.

Me siento honrado y agradecido de que la Fundación Muñoz Marín y miembros de su familia pensaran en mí e invitaran a participar en este evento de recordación de ese insigne puertorriqueño con quien todos nosotros tenemos deuda de eterna gratitud. Asumo el inmerecido honor con humildad y trataré, dentro de mis circunstancias, de rendirle el oportuno homenaje con responsabilidad.

Examinando su trayectoria y escritos es evidente que además de visionario Muñoz fué líder de talento, lleno de humanismo y de cultura y con un bagaje intelectual sin par.

Jim Collins, en el libro ¨From Good to Great¨, clasifica el liderazgo en cinco dimensiones o categorías en donde al nivel cinco, que constituye el liderazgo de grandeza, acceden pocos. Esos pocos que se ubican al tope de la pirámide muestran en su comportamiento una paradoja de humildad personal conjugada con voluntad ilustrada y amplia, con enfoque profesional que trasciende lo inmediato. Esos líderes extraordinarios son capaces de sacrificar sus intereses económicos y personales con tal de que el colectivo logre un futuro de grandeza. Inclusive, éstos son capaces de preparar y servir de mentores a aquellos que los van a suceder. Parecería que Collins pensaba en Muñoz al hacer tal descripción.

Su historia ampliamente avala como se pudo rodear, porque era un ser superior, de personas diversas, de talento fuera de serie, que con su conocimiento y peritaje abonaron al bien común en dimensiones sociales, políticas y económicas a nivel revolucionario. Se rodeó no solo de jóvenes puertorriqueños de genio y tesón, como Rafael Picó, Roberto Sánchez Vilella, Antonio Fernós Isern, Jaime Benítez y Teodoro Moscoso, entre otros, sino que atrajo del exterior profesionales de gran conocimiento y peritaje en Administración Pública, los cuales colaboraron en el diseño y gestión de estructuras y procesos de gran creatividad.

Precisamente por rodearse de mentes tan preclaras, su gestión pudo contar con el insumo de la investigación académica, principalmente provenientes del Centro de Investigaciones de la Universidad de Puerto Rico y la Escuela Graduada de Administración Pública.

Aún más, se gozaba en la diferencia y le atraía lo original y retante. De ello que recogiera, no importaba el origen y contexto, ideas y pensamientos que escuchaba y le llamaban la atención, como nos atestiguara el amigo Enrique Rodríguez, quien fuera su ayudante por tantos años.

Esa capacidad para escuchar lo diverso le permitía, también, aunar voluntades tanto con adeptos como con adversarios, con quienes era profundamente respetuoso.

Esa gesta dió margen, como es ampliamente conocido, a la creación de un instrumento político novedoso que se denominó Estado Libre Asociado. Orgulloso como estaba de esa creación como lo atestiguaron sus escritos, lo concibió en perpetuo flujo y desarrollo. Veamos:

¨...las principales virtudes del Estado Libre Asociado son precisamente su adaptabilidad, flexibilidad, y su capacidad para crecer...¨

En ese sentido se anticipó a los tiempos y fue estratégico en instancias en que se pensaba en términos o formas mas concretas. Muñoz, además, siempre concibió el status como mecanismo de mejorar la calidad de vida del pueblo puertorriqueño, y al servicio de éste, y no a la inversa, lo que atestigua su profundo humanismo.

Su éxito y poder, (del Estado Libre Asociado) fué concebido de largo plazo precisamente por ser un instrumento adaptativo. Adujo, en su momento, que para que se diera ese desarrollo se dependía de la buena voluntad y disposición de los pactantes. No obstante, hemos visto a través de su trayectoria cómo se ha impuesto una resistencia infundada a este flexible instrumento político, no sólo de origen interno, sino de fuentes externas, que ha socabado su desarrollo. Para Muñoz tiene que haber sido fuente de gran frustración, porque siempre permeo su pensamiento, quizás por ser conocedor, como se ha dicho, de la Administración Pública, que las organizaciones y los conceptos que resultan estáticos y sin crecimiento acaban por debilitarse. Es decir, que entendió con profundidad y acierto que el mundo por ser dinámico precluía la inacción. Tal y como expresara en el 1954, en mensaje dirigido a la Legislatura, ¨De ahí la importancia (refiriéndose al Estado Libre Asociado) de que, mientras más se quiera la permanencia, más se reconozca el deber de pensar y propiciar el crecimiento¨.

¿Qué nos diría Muñoz si hoy volviera a hablarnos? Oportuna parece la coyuntura actual, no para rememorar meramente las palabras y luchas del pasado, sino para examinar las perspectivas del porvenir. Es decir, se trata del futuro, de la agenda puertorriqueña que demanda reformulación de visión, reconsideración de los proyectos de pueblo y revisión del concepto de liderazgo apropiado a los tiempos. Como tan acertadamente planteaba el propio Muñoz.

¨...a los grandes próceres se les honra mejor hablando sencillamente y fundamentalmente del futuro de Puerto Rico, de cómo hacer juntos los puertorriqueños la vida buena de una buena civilización.¨

Estoy profundamente convencido, como lo estaba Muñoz, que los pueblos en su devenir son capaces de enfrentar viejos retos, reformular situaciones y estructuras y dar reflexión que propicie toma de decisiones y acciones acertadas. Recuerdo, aún con recogimiento y admiración, la ardua lucha librada al inicio de mi gestión como Juez Presidente, donde fué necesario enfrentar un choque de poderes, ejecutivo y judicial, por entender que se atentaba contra la independencia judicial a través de una reforma. Lo entendimos en esa instancia y todavía así lo consideramos, que se trataba de un intento de control por una rama de gobierno de la otra. Confieso que hubo momentos de desaliento, porque se percibía la lucha desigual en el acceso a los recursos, así como de la existencia de reglas que precluían, por razones éticas, ofrecer información pública sobre la situación. Parecía que se trataba de una versión de la lucha entre David y Goliat.

Interesante es observar que en la dialéctica de la vida colectiva que se diera en esa conjunción del pueblo puertorriqueño, con natural sapiencia y buen juicio, éste fue capaz de leer entre líneas y dilucidar, bajo la montaña de publicidad y propaganda, los asuntos fundamentales que se debatían. Aún hoy me maravillo de cómo se intuyó el derrotero de equidad y se inclinó la balanza de acuerdo a ésta, a pesar de que se trataba de conceptos que pudiesen parecer esotéricos a algunos. Los resultados de esa consulta es parte de la historia, pero parecería que nunca se descansa porque ya se está debatiendo nuevamente en la palestra pública sobre otra reforma judicial....

Luego de haberse vivido la experiencia épica del pueblo de Vieques y su ingente lucha contra la poderosa Marina de los Estados Unidos nos sentimos más convencidos y confiados de lo que estuvimos en aquel hito histórico que nos tocó vivir. Ocurrió así y volverá a ocurrir que el pueblo puertorriqueño resolverá en el futuro, de ser necesario, con la misma sapiencia sobre ese y otros asuntos.

Don Luis Muñoz Marín, romántico y poeta, tenía su mente clara con respecto a la natural sabiduría de su pueblo. Decía éste:

¨De aquella enorme tertulia con mi pueblo aprendí muchas cosas. Aprendí que hay una sabiduría de pueblo, en campo y poblaciones, que la educación puede instrumentar, pero no mejorar en sus magníficas esencias humanas. ...Aprendí que, en la sabiduría de pueblo, la libertad se entiende como cosa mucho más honda del corazón, de la conciencia, de la vida diaria, del surco y del arado y la herramienta de la dignidad personal en todo esto.¨

Decía Muñoz también:

¨La guerra pasará, como pasa el huracán, dejando la atmósfera limpia de tinieblas y propicia a las visiones dilatadas. Los que no sean ciegos, entonces verán¨....

El Vate concebía al pueblo como ¨la base del edificio social¨y tenía razón. Es por ello que admiraba, protegía y se gloriaba en la preservación de su identidad como pueblo. A ese respecto decía:

¨... perder la personalidad un pueblo es perder su vida aunque subsista y se multiplique y mejore en técnicas y saberes...de sus individuos. Creo que la vida de persona de un pueblo merece resguardo como la vida de un hombre. Cuando muere la persona de un pueblo algo de valor se pierde. Se pierde para su propio sentido de sí mismo. Se pierde para la más ancha comunidad humana...¨.

Se nos olvidan a veces las palabras de Muñoz ante los embates y turbulencias que enfrentamos en el mundo post-moderno. En el afán mercenario se realza y se recalca en los medios de comunicación la palabra disonante, los errores cometidos, los personajes corruptos, los fracasos de los gobernantes, sin detenernos a observar que también existe virtud, sacrificio y bonhomía. En las zarzas de ese mensaje negativo va dejándose cotidianamente pedazos de la esperanza y girones de nuestra capacidad para creer en la posibilidad del cambio, sustituyéndose la misma por el cinismo inerte que hace creer que lo mismo da una cosa que otra y que lo único que cuenta son los objetos y bienes materiales.

Decíamos al inicio de este mensaje conmemorativo que Muñoz era un visionario, su mente y su corazón, por ello, eran capaces de anticipar luchas y eventos, del Puerto Rico de hoy y del futuro. Su mensaje no era trivial, ni confuso y podía por tal razón discernir entre intereses de partido y las aspiraciones de bien de un pueblo.

Sabía, porqué sufrió derrotas momentáneas; y desazón, al percatarse de las consecuencias de algunas decisiones y acciones que no conducían a la ¨vida buena¨ y que como él sostenía, no se trataba de la ¨buena vida¨.

Enemigo del consumismo extremo, sobrio y pulcro, inclusivo, respetuoso del ambiente; también del adversario, Muñoz con sus virtudes marca el paso hacia la nueva aurora, hacia la agenda de futuro del pueblo puertorriqueño.

El, que hiciera el llamado de desarrollar la Operación Serenidad, al advertir que se había desatado la glotonería material y el descontento perpetuo tras el éxito de la Operación Manos a la Obra, nos apercibe de que falta mucho por hacer. Como señalaba el entrañable amigo Rafael Hernández Colón, en discurso pronunciado en un día como hoy, ¨los días de los líderes se acaban, no así los de los pueblos. A las siguientes generaciones corresponde el relevo en la tarea de impulsar al pueblo hacia nuevas conquistas de civilización.¨

Retos nuevos y algunos no tan nuevos, como la equidad por género, el desarrollo de alternativas no adversariales en nuestra convivencia, la inserción exitosa de la economía del país en la economía global, la transformación de un gobierno gigantesco y burocrático, que grava onerosamente recursos que podrían ser destinados al bienestar social, de modo responda ágil y acertadamente a las mejores aspiraciones de nuestra gente. La politización extrema que divide en tribus y erosiona la convivencia y propicia la corrupción; el desarrollismo, que en su afán lujurioso por expansión indiscriminada arrasa con nuestros recursos naturales y contamina el ambiente.....

Tantas otras áreas y fuerzas que lastiman la democracia y propician violencia, discrimen y dependencia psicológica, que precluye la responsabilidad por nuestros actos y nuestras vidas.

Muñoz estuvo claro, con su pensamiento y fuerte verbo condenó intereses creados y conflictos sin sentido. Existía en su ética un respeto a toda prueba a la vida, la equidad y la libertad y demostró, con su ejemplo, que es donde de verdad cuenta, cómo ser protagonista del porvenir sin co-optar a esta nación a quien tanto amó y de la cual se sentía tan orgulloso de ser parte.

Descansa traquilo Panfletista de Dios, que tu mensaje no se perdió, puedes contar con nuevas generaciones, y otras no tan nuevas, que captaron en su corazón, que es donde más cuenta, la elocuencia de tu verbo y de tu acción que están dispuestas a lograr una reevaluación moral que nos conduzca a lograr la vida buena que no es la buena vida. Puertorriqueños de temple, orientados a crear y defender alternativas de bien, de solidaridad y de paz. Como señalabas, Panfletista, ¨el cielo no tiene muros que magullen¨, así enfrentamos el milenio y el horizonte con fe, con pasión y con esperanza.

Muchas gracias.


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