Mensaje de Victoria Muñoz Mendoza
al presentar al gobernador de Puerto Rico,
el honorable Aníbal S. Acevedo Vilá,
durante la conmemoración del 107° aniversario del natalicio
de Luis Muñoz Marín en el Parque Luis Muñoz Marín en San Juan.
21 de febrero de 2005.

Me uno al saludo protocolar y le agradezco la presencia a los amigos que nos acompañan hoy con su presencia.

Venimos a honrar a Luis Muñoz Marín que fue el líder del proceso de transformación que desterró muchas de las malas mañas de la política partidista: los cuartos oscuros, la compra del voto, que habían prevalecido en décadas anteriores. Poco a poco y en sigilo esas malas mañas fueron secuestrando la voluntad del pueblo. Esa transformación obligó a los políticos de entonces a cumplir la voluntad de los electores expresada en el voto libre, limpio y secreto que no se vendería ya nunca más. Eso que hoy nos parece tan obvio y cotidiano fue, en el Puerto Rico de entonces una revolución política que cambió para siempre nuestro destino.

El Partido Popular Democrático, fundado en 1938, ganó sorpresiva y apretadamente las elecciones de 1940. Esa victoria--Luis Muñoz Marín la describió en sus Memorias como victoria grande y precaria.

Grande por la manera radical que dignificó a los puertorriqueños negándose a comprar su voto y su conciencia, enseñándole que el voto es el arma más poderosa en una democracia.

Grande en enseñanza democrática; grande también en aprendizaje democrático; grande por lo que significaría y marcaría de manera indeleble nuestro destino.

Precaria por lo apretado del resultado electoral que amenazaba con el inmovilismo político. Para hacer valer aquel mandato, los usos y maneras de la política tuvieron que entenderse de forma drástica y diferente por los que hasta entonces la habían definido.

El país había votado por una transformación que necesitaba de la buena voluntad de todos los hombres y mujeres que lo representaban.

Fue el comienzo de una gran historia de esperanza y realización de justicia social y progreso económico.

Hoy el pueblo de Puerto Rico nos expresa nuevamente el deseo y la voluntad d un cambio serio en las maneras de entender y hacer el trabajo político. Ese cambio y ese trabajo se lo ha encomendado a una nueva generación de puertorriqueños.

Aníbal Acevedo Vilá aceptó con voluntad inquebrantable y entendimiento claro lo que significa el mandato de transformación que el país le dió a una nueva generación de puertorriqueños bajo su liderato.

Aníbal Acevedo Vilá ha probado estar a la altura que este tiempo requiere --ninguna de sus victorias ha sido fácil-- ha tenido la tenacidad que la adversidad le ha requerido. Ha probado ser el líder de su partido y más aún el líder de su pueblo.

Con nuestra esperanza puesta en su inteligencia, en la claridad de su entendimiento, en la obvia buena voluntad y generosidad de su espíritu hacia todos los puertorriqueños y con su visión de pueblo entero y no segmentos partidistas comienza Aníbal la nueva transformación que Puerto Rico requiere.

Se que tendrá éxito en su gestión de gobernador como lo ha tenido en todos los trabajos y retos a los que se ha enfrentado.

Con la ayuda de Dios y la buena fe de nuestro pueblo así lo cumplirá.

Con ustedes el gobernador de Puerto Rico, el honorable Aníbal Acevedo Vilá.


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