Discurso en el segundo aniversario de la victoria popular - 5 de noviembre de 1942

Hoy cinco de noviembre se cumple el segundo aniversario de la victoria del Partido Popular Democrático. Aún no hace dos años que está ejerciendo sus funciones de gobierno. En la Legislatura empezó a actuar la nueva situación creada por las elecciones de noviembre de 1940 el día diez de febrero de 1941. De esa fecha no se han cumplido todavía veintiún meses. Hace dos años hoy el pueblo de Puerto Rico fue a las urnas y votó específicamente por dos propósitos: votó por ponerle término al gobierno que durante diez años habían mantenido los partidos de la Coalición; votó por un programa específico de leyes para iniciar la obra de rescate de justicia para la gran mayoría sufrida. Hace dos años el pueblo votó dando su mandato democrático de que se llevara a cabo esta obra, a través de toda la oposición y obstaculi-zación de las fuerzas que se conocían como adversas a la obra de justicia que había de emprenderse. Se sabía que las mismas fuerzas en Puerto Rico que se habían opuesto al triunfo del pueblo, que habían tratado, con todo su poderío de dinero, de evitar el triunfo del pueblo, seguirían actuando después de las elecciones para sabotear este triunfo, para impedir que se fuera convirtiendo en realidades. Esta oposición, que habría después de las elecciones, se conocía perfectamente bien porque la había habido antes de las elecciones. Conociendo que habría esa oposición al cumplimiento del programa ofrecido, se presentó al pueblo el programa. Contra esa oposición tenaz, persistente, continua, se ha estado cumpliendo el programa ofrecido al pueblo.

Otra oposición más seria todavía ha surgido frente a la obra que se está llevando a cabo. El cinco de noviembre de 1940 no estábamos en guerra contra Hitler. Faltaba más de un año para que los Estados Unidos entraran en la guerra. El cinco de noviembre de 1940 los efectos de la guerra se habían empezado a sentir en Puerto Rico solamente en un alza que ya iban teniendo los precios. Los precios de los alimentos que han subido en un noventa y seis por ciento desde julio de 1939 hasta octubre 14 de 1942, habían ya subido en más de la mitad de ese aumento o sea, en un cincuenta por ciento antes de entrar en vigor la legislación popular. Es de entonces para acá, y por influencia adicional de la entrada de Estados Unidos en la guerra en diciembre pasado, que los precios han subido el último 50 por ciento. Pero éste era el único efecto importante que había alcanzado la guerra europea en Puerto Rico. Las oportunidades de trabajo no habían sido aún afectadas por la guerra. Lo que ha afectado seriamente estas oportunidades de trabajo y puesto en riesgo toda la estructura de vida de nuestro pueblo ha sido la falta de barcos creada por la participación directa de Estados Unidos en la guerra, por la necesidad suprema de barcos para suplir a los hombres que están peleando directamente por la democracia en los campos de batalla; la consiguiente escasez de barcos para traer alimentos y mercancía a Puerto Rico, la disminución y paralización de industrias y actividades productivas que ha tenido que ocurrir en Puerto Rico por falta de suficientes materiales para dichas industrias y actividades productivas. En esta forma la guerra ha afectado a Puerto Rico en forma diametralmente contraria a como ha afectado a Estados Unidos, Ingla-terra y demás pueblos en guerra por la democracia. En esos pueblos la tremenda actividad productiva de materiales de guerra para suplir a los ejércitos en lucha diaria millones de hombres peleando en todos los frentes del mundo ha causado todo lo contrario del desempleo; la industria de guerra ha absorbido la energía de todos los trabajadores. No hay prácticamente desempleados. Lo que hay es escasez de hombres para las industrias de guerra. En Puerto Rico, en cambio, no hay indus-trias de guerra, y el tonelaje de barcos para suplir a las industrias de paz ha sido reducido a aproximadamente la tercera parte de lo que era el año pasado. Para suplir las industrias de guerra de Inglaterra y de otras naciones en lucha es precisamente que se han retirado del servicio de Puerto Rico esas dos terceras partes del tonelaje en barcos que hace años estaban sirviendo a Puerto Rico. Esos barcos están ahora llevando materiales para las industrias de Inglaterra, Rusia y China. Y en la misma proporción, en lo que concierne a Puerto Rico, están dejando de traer materiales para las industrias y la vida económica en general de Puerto Rico.

Contra esta situación, que no existía el día de las elecciones de 1940, también tenemos que luchar ahora. Contra esta situación creada por las fuerzas del nacifascismo, también tenemos que pelear ahora. La obra de darle cumplimiento al programa ofrecido al pueblo encuentra ahora, no sólo el obstáculo de las fuerzas reaccionarias que la combatieron antes y después de las elecciones, sino también el obstáculo de la fuerza reaccionaria del mundo hecha maquinaria de guerra terreste y marítima en los ejércitos y submarinos de Hitler. Y contra ese obstáculo adicional y terrible se sigue cumpliendo el programa ordenado democráticamente por el pueblo de Puerto Rico en las elecciones.

Le dijimos al pueblo: No bien nos otorgues tu voluntad, no bien nos hagas parte militante de tu voluntad de justicia, comenzaremos la obra específica tierras, salarios más decentes, alivio contributivo para los hogares más pobres, y toda la obra de reajuste económico que reclama la justicia de este pueblo en campos y poblaciones. Llevaremos a cabo esta obra con la ayuda de Dios, de la voluntad del pueblo, y de nuestra buena fe por encima de las oposiciones que han de presentar aquéllos que se han acostumbrado a tenerlo todo a base de que el pueblo prácticamente no tenga nada. Y se ha estado cumpliendo esta palabra en tierras, en salarios más decentes, en alivio contributivo para los hogares más pobres y en las distintas formas del reajuste que conduce a la justicia. Se empezó a cumplir haciendo las leyes. Ya se comienza a cumplir llevando las leyes a la práctica. Ya hoy, cinco de noviembre de 1942, me están oyendo en este momento miles de campe-sinos que han recibido tierra como base de su seguridad y libertad económica. Me están oyendo miles de propietarios de hogares pobres en campos y poblaciones que se han acogido a la ley que exime de contribuciones los hogares seguros de aquéllos cuya propiedad total es menos de mil dólares, y que más nunca tendrán que pagar contri-bución sobre esos hogares. Me están oyendo cientos de miles de trabajadores sobre cuyos salarios ya ha actuado nuestro gobierno y sobre cuyos salarios reconoció el gobierno de Washington hace pocos días el derecho de nuestro gobierno a actuar fácilmente, aún en medio de las leyes de guerra que controlan el alza de los salarios en Estados Unidos. Han sido controladas las rentas de los hogares de la clase media, y son miles los casos que se ven en las cortes todos los meses en que se protege al inquilino contra el alza injustificada de las rentas de las casas que habitan. Ya los maestros están libres del terror de las vacaciones de verano sin medio de sustento. Ya la Ley de Ocho Horas de Trabajo a base de más justa recompensa cubre al último grupo de trabajadores que no estaba cubierto: los trabajadores-policías cuya labor es el orden público.

Esta obra, primero escrita en leyes, y ya hoy llevada a la práctica en un número de sus aspectos como los que acabo de enumerar, se está haciendo realidades, a pesar de la confusión que quieren establecer los que son adversos a esa obra y a pesar de la terrible situación de guerra creada por los enemigos de la libertad en el mundo.

Confusión es, por ejemplo, afirmar que el Partido Popular Democrático quiere hacer desaparecer la industria del azúcar en Puerto Rico. En docenas de discursos míos y de mis compañeros de lucha, en numerosas resoluciones y cables aprobados por la Legislatura, en innu-merables declaraciones dadas en Puerto Rico y desde Estados Unidos a la prensa, he hecho bien clara cuál es nuestra posición con respecto a la producción de caña y azúcar en Puerto Rico. No es nuestro propósito destruir la industria azucarera. Es nuestro propósito destruir la explotación a base de la cual ha funcionado, para benefico de pocos y en expoliación de muchos, la industria azucarera. Lo que es malo no es el azúcar. Lo que es malo es la forma injusta en que está organizada la produción del azúcar en Puerto Rico. Lo que es malo no es el azúcar. Lo que es malo es el sistema mediante el cual una industria rica provee su riqueza para pocos en vez de difundir su bienestar con mayor justicia entre los muchos. No es malo el aire; pero sería criminal que no se per-mitiera al pueblo respirarlo bien. No es mala el agua; pero sería horrible que no se permitiera al pueblo beberla suficiente. La industria del azúcar, con compensación justa para el agricultor, con salarios decentes para el trabajador, con ganancias limitadas para el capital; la industria de azúcar, tal y como se va haciendo su reforma bajo la legislación del Partido Popular Democrático, es fuente de vida, y no es nuestra intención destruir las fuentes de vida de este pueblo. No es bueno confundir el azúcar con los azucareros. El azúcar es riqueza de nuestra tierra que bajo un régimen de justicia puede ser riqueza de nuestro pueblo. El azúcar es riqueza de nuestra tierra. El azucarero es tan solo el que hasta ahora ha cogido la desproporción de esa riqueza. Nuestra pelea es para el rescate ordenado y legal de esta riqueza para beneficio del pueblo de Puerto Rico y con justicia para todos.

Confusión es alegar que la guerra no aumenta el desempleo en Puerto Rico, porque Estados Unidos e Inglaterra están en guerra y allí prácticamente no hay desempleo. El desempleo en Puerto Rico no se debe al concepto abstracto de una guerra; se debe a la condición real y específica de que Puerto Rico es una isla y, como tal, rodeada de mar por todas partes: que no produce suficientes alimentos ni materiales para su población, su industria o su agricultura; que en tiempos de paz estos alimentos y materiales vienen en barcos; que estos barcos se han reducido en dos terceras partes, porque se necesitan precisamente para llevar alimentos y materiales a Inglaterra y a otros sitios centrales de la guerra, y porque un bloqueo submarino amenaza aún a los pocos barcos que puedan estar disponibles para el servicio de Puerto Rico.

Confusión es aceptar la cifra de que los precios de los alimentos han subido en un noventa y seis por ciento desde el comienzo de la guerra y tratar de achacar esta alza principalmente a una situación política que empezó a ver sus leyes entrar en vigor dos años después de haberse declarado la guerra en Europa y de haber comenzado el alza de los precios. El alza de los precios, desde que se declaró la guerra en Europa y hasta que comenzó la actual situación política, fue de 50 por ciento en Puerto Rico. En los dos años anteriores, bajo la situación política anterior al Partido Popular Democrático, el alza fue de otro 50 por ciento.

Confusión es argumentar contra el aumento en las contribuciones durante la crisis mientras se usa a Inglaterra como ejemplo de un país en guerra en que los precios han subido menos que en Puerto Rico. También en Inglaterra el income tax alcanza prácticamente a un noventa por ciento y sirve como uno de los controles contra la inflación de precios. (Por derechas en política se entienden los conservadores o reaccionarios; por "izquierdas" los hombres de ideas avanzadas que proponen cambios y mejoras fundamentales). Confusión es proponer una unión política de las derechas y las izquierdas como algo salvador cuando precisamente Puerto Rico padeció por diez años esa misma unión de las "derechas" (léase republicanos) con las "izquierdas" (léase socialistas), teniendo como resultado la destrucción completa de los ideales socialistas en el Partido Socialista. La Coalición en su principio fue una unión de derechas los republicanos y de izquierdas los socialistas en sus finales ha llegado a ser una unión de derechas genuinas los republicanos y de izquierdas fraudulentas que han perdido la capacidad para hacer cumplir el programa que ofrecieron desde un principio los socialistas.

He mencionado solamente los más recientes símbolos de la confusión.

Aquí estamos en el segundo aniversario de nuestra victoria en la brega de cumplir nuestra palabra a través de las oposiciones y confusiones reaccionarias en Puerto Rico y a través de la más grave crisis de guerra que haya sufrido el mundo.

Es justo en este aniversario rendir un tributo de reconocimiento a las fuerzas de buena fe, de genuino liberalismo y de hondo y sincero socialismo, que el país tiene contraído con dos hombres que han sido carne y hueso y corazón de estas realizaciones. Me refiero al represen-tante Rafael Arrillaga Torréns y al representante Rafael Rodríguez Pacheco que, a través de las dificultades de esta lucha, han estado junto al pueblo lo mismo que nosotros. Han sido aliento y fuerza en este movimiento por la justicia que reclaman los hombres y mujeres humildes y sufridos de Puerto Rico.

En una ocasión dije y es propio repetirlo ahora que solamente el Partido Popular podría derrotar al Partido Popular. Y en este aniver-sario solemne del día en que un pueblo entero vio abrirse el horizonte de su esperanza, es bueno hacer inventario de esto en nuestros corazones.

El Partido Popular Democrático, como todo partido político, con-siste de dos grandes sectores, que son el pueblo y la organización del Partido. Al decir que sólo el Partido Popular podría vencer al Partido Popular, es evidente que no se quiere significar que el pueblo popular democrático vaya a vencer al pueblo popular democrático. Lo que podría ocurrir es que la organización del partido si sus hombres no se mantienen dentro del más estricto sentido de su responsabilidad ante el problema de todo nuestro pueblo, poniéndolo por encima de todo problema más pequeño, poniéndolo por encima de toda hostilidad y enemistad personal, poniéndolo por encima de las debilidades y pasiones de que padecemos todos los humanos, lo posible, si así no nos comportamos, que fuera la organización del Partido Popular la que provocara la derrota del pueblo popular. Que esto no ocurra le corresponde al pueblo vigilarlo al pueblo que no tiene nada que ganar con discrepancias ni enemistades personales ni con los choques y debilitamientos de las pasiones humanas.

Afortunadamente puedo informar a todos los populares que aunque en el inventario de nuestras conciencias anotamos algo de estas pasiones, de estas debilidades, de este colocar lo pequeño por encima de lo grande, la organización del partido, en la inmensa mayoría de sus comités municipales y rurales, de su dirección central, de sus hombres representativos en barrios y pueblos y ciudades, está libre de esta falta y tiene la visión clara de que no hay nada en el mundo ni la propia justicia personal que a cada cual nos corresponde, ni el que se nos niegue la justicia personal como líderes que justifique restarle fuerza a una causa en que va envuelta la esperanza de todo un pueblo y que está agredida por todos los flancos por los beneficiarios de la explotación de ese pueblo.

Con la autoridad que me da la confianza con que ustedes me honran estoy comprometido a mantener fuerte y ágil este instrumento que tienen ustedes para su justicia, que se llama el Partido Popular Demo-crático. Conmigo están comprometidos a mantenerlo igualmente los hombres que conmigo forman este instrumento. No podemos nosotros mismos embotar y hacer inútil el arma de defensa y de justicia que nosotros mismos le hemos dado al pueblo; ni puede el pueblo permi-tírnoslo, tampoco. No pueden ponerse ni en peligro ni en retraso los derechos de los hombres y mujeres sufridos de este pueblo a ir teniendo su justicia y a que se confronte este Partido Popular Democrático con la mayor fuerza y eficacia, al poder de la reacción, del dinero, de la confusión y a la crisis de guerra creada por la agresión nacifascista.

En este segundo aniversario de nuestra victoria hagamos todos, en nuestros propios corazones, el compromiso solemne, con Dios y nuestra conciencia, de preservar fuerte y vencedora esta arma del pueblo de Puerto Rico, esta arma contra el hambre, contra la inseguridad, contra la esclavitud; de preservarla por todos los medios legítimos de la amistad, de la fraternidad, del mutuo entendimiento; de preservarla por todos los medios legítimos así tuvieren que ser drásticos de la decisión y del carácter.

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