Discurso pronunciado a través de la W.N.E.L., desde el Capitolio, sobre el impasse legislativo - 13 de abril de 1941

Amigos y compatriotas:

Anoche, a las ocho menos cuarto, me dirigí a ustedes a través del aire. Lo hice en cumplimiento de mi obligación democrática de man-tenerlos informados a ustedes al pueblo en los campos y poblaciones de Puerto Rico de todo aquello que pueda afectar las vidas y el porvenir de ustedes y de sus hijos, de todo aquello que pueda poner en peligro la justicia que por tanto tiempo les fue negada y que ahora comienza a realizarse con paso firme y seguro. Anoche les informé de la situación que se trataba de crear por ciertas personas que amena-zaban con impedir la aprobación de las leyes que todavía quedan por aprobarse relacionadas con la aspiración y la esperanza del pueblo, y que amenazaban igualmente con negarle, por medio del sabotaje, la instrumentación necesaria al programa ya aprobado de leyes ofrecidas al pueblo en las elecciones.

Al darles este informe anoche no lo hice, desde luego, con el mero propósito de contarles algo desagradable y reprobable. Lo hice con el propósito de que ustedes usaran la información que yo les transmitía para ejercer su función de pueblo vigilante porque esa función de pueblo vigilante es lo que hace la verdadera democracia y es lo que hace que la democracia sea la defensa efectiva e invulnerable de un pueblo marchando hacia su justicia en el cumplimiento de su voluntad de pueblo forjado en su dolor, en los engaños de que ha sido víctima, en la esperanza de una vida modesta y mejor, de una justicia sencilla y buena, de una civilización más de acuerdo con la doctrina de Cristo, con la hermandad de los hombres sobre la tierra.

Yo vigilo aquí por ustedes. Yo les informo a ustedes del resultado de mi vigilancia. Cuando ustedes tienen esa información entonces son ustedes los que vigilan; entonces son ustedes los que anotan los nombres de los que se oponen a la voluntad y a la necesidad de ustedes; entonces son ustedes los que actúan para que tenga que respetarse la voluntad de ustedes, para que tenga que abrírsele camino a la justicia de ustedes, para que tengan que quitársele los obstáculos del camino a la esperanza de ustedes.

Como creyente en la democracia, en la capacidad esencial del pueblo, quiero decir ahora que me siento orgulloso de ustedes. Me siento orgulloso de ustedes por la forma en que han sabido demostrar su capacidad para el ejercicio de la democracia, su entendimiento sencillo y claro de lo que es el gobierno representativo.

Lo que ocurrió anoche, muy pocas veces ha ocurrido en otras democracias. El poder del pueblo se hizo sentir en menos de tres horas. Legisladores de otros partidos sintieron por primera vez la compulsión de actuar de acuerdo con la voluntad de ustedes; se dieron cuenta de que ustedes mandan; de que ustedes saben mandar cuando hay alguien que vigile lo que les amenaza a ustedes.

Les voy a explicar lo que ocurrió. Antes de las ocho de la noche se negaban en la Cámara de Representantes los votos de muchos representantes para que no pudieran aprobarse las leyes de justicia que faltaban por aprobarse, para que no pudiera instrumentarse la legislación ya antes aprobada. A las diez y media de la noche ya los mismos representantes que le negaban sus votos a una ley dos horas antes, le daban sus votos a esa misma ley. ¡Ya sabían que ustedes sabían! ¡Ya habían llegado miles de telegramas, no solamente a mí, sino a los representantes en general! ¡El pueblo había hablado! Los representantes de todos los demás partidos se daban cuenta de que no estaban encaramados sobre los hombros de un pueblo para hacer sus políticas arbitrarias e individuales o sus combinaciones de maquinarias. Al salón de la Cámara habían llegado miles de gente sencilla de los sitios cerca de San Juan y estaban allí viendo y vigilando. Pero muchos miles más que no podían llegar allí estaban en sus casas, en las jaldas de los montes, en la obscuridad de las vegas, a lo largo de las carreteras y en las poblaciones de Puerto Rico, y hacían sentir su presencia, como si el espíritu invisible de un pueblo estuviera afirmando sus derechos ante los representantes que ese pueblo eligió. En muchos casos, los mismos representantes que dos horas antes habían votado contra una ley para la justicia, o para la instrumentación de la justicia de ustedes, dos horas después, cuando habló el pueblo, cuando se sintió el espíritu tremendo de la voluntad del pueblo, votaron ¡el espíritu del pueblo los llevó a votar! La justicia que con sus votos habían querido negar dos horas antes.

En algunos de los proyectos todavía se persistió en negar votos, pero en otros se les dieron los votos a los proyectos que se habían negado poco antes. Se persistió en negarle votos, y todavía no ha sido aprobado por eso, el proyecto creando el subsidio para el café, en beneficio no sólo de los cafetaleros al borde de la ruina, sino en beneficio de toda la región cafetalera de Puerto Rico, en la que más de medio millón de seres humanos viven al borde de la más grave miseria. Se persistió en negarle votos también, y por eso no ha sido aprobada todavía, a la ley corrigiendo los defectos que tiene la Ley de Income Tax, que firmó anoche el gobernador. El Gobernador de Puerto Rico, que ha estado actuando en la mayor armonía y simpatía con los deseos democráticos de nuestro pueblo, ha firmado prácticamente todas las leyes del programa, inclusive la del income tax. Pero al Gobernador, y a los legisladores responsables, les gustaría ver corregidos varios defectos que aún tiene esta ley, y esto puede hacerse aprobando otra ley que hay presentada al efecto. A esa ley fue a la que se persistió en negarle los votos anoche. Yo me siento confiado en que en esta noche esas leyes tendrán los votos suficientes para ser aprobadas, pues estoy seguro que, entre otros, el representante Gaspar Rivera, que anoche no pudo estar presente hubiera estado a la altura de su deber como representante. Además, quedan pendientes de acción otras leyes, sobre las cuales no se actuó anoche ni a favor ni en contra, y que son de importancia grande para la justicia y el bienestar de nuestro pueblo. Abrigo la confianza de que estas leyes también serán aprobadas. Finalmente, deberá ser aprobado el nuevo presupuesto, que deberá contener la instrumentación necesaria, para el funcionamiento de la Ley de Tierras, de la Ley de Salario Mínimo, de los centros médicos para los campos y los hospitales de distrito que faltan por construir, y otras medidas de justicia social .

Pero quiero hacer claro que cuando hablo de representantes que primero negaron sus votos y después los dieron, no lo hago para hacer aparecer a esos representantes ante ustedes en una forma ridícula o digna de burla. Todo lo contrario. Cuando un hombre que votó en contra de un proyecto dos horas antes, votó a favor del mismo proyecto dos horas después cuando se hizo sentir la voluntad del pueblo ese hombre no merece burla. Ese hombre es un representante que está creciendo, que está tratando de ponerse al nivel y a la altura del pueblo que lo eligió; está aprendiendo lo que ustedes, sin ser representantes, ni líderes, ya han aprendido.

Ustedes aprendieron lo que es la democracia. Distinguidos y promi-nentes representantes ahora lo empiezan a aprender. Y ese es un pro-greso que no es para burlarse de él, sino para aplaudirse y reconocerse. El pueblo de Puerto Rico está demostrando que es esencialmente más capacitado para la democracia, que muchos de sus representantes. Pero sus representantes están demostrando que pueden ponerse a la altura del pueblo mismo. El pueblo de Puerto Rico está educando a sus líderes. Por ese camino se marcha a hacer fuerte, duradera y fructífera la democracia.

Pero también es posible que esta educación en cuanto a algunos de los representantes de ustedes sea más lenta; también es posible que dentro de las costumbres mentales de tantos años de política de maquinarias, algunos de ellos, de esos representantes, en vez de sentirse orgullosos de haber obedecido a la necesidad del pueblo, caigan en el estado de alma enrevesado de sentirse avergonzados de no haber seguido actuando arbitrariamente. ¡Los que así reaccionaran pudieran prestarse a seguir entorpeciendo la voluntad del pueblo! Para entor-pecerla, ¡quién sabe se les pueda ocurrir plantear que se cambie la presidencia de la Cámara, para que en el alboroto de semejante acto sin sustancia se olvide y se retrase y se traicione la legislación de justicia y de instrumentación de justicia que el pueblo de Puerto Rico está demandando! ¡Pudiera ser que en esta misma noche, a aquellos cuya mente funcione en esa forma enrevesada de las viejas malas mañas, que no se acostumbran a tenerle respeto al pueblo pudiera ser que en esa misma noche, para seguir retrasando la legislación que falta, para seguir poniéndole obstáculos en el camino a la justicia por la que ustedes claman, para seguir dándole protección a los explotadores de ustedes, pudiera ser que en esta misma noche se planteara en este Capitolio el propósito de cambiar el presidente de la Cámara para dejar sin aprobar la legislación! ¡No le tenemos miedo a ese propósito! ¡Mientras más absurda y traidora sea la conducta de ciertos represen-tantes para con el pueblo, más seguro, más inexorable, más inevitable será el castigo que les dará el pueblo a esos representantes elimi-nándolos de la vida pública y haciendo que sus nombres se recuerden como los nombres de los sitios más infectos de las grutas más podridas del infierno! ¡Los políticos de malas mañas no pueden vencer al pueblo! ¡Lo pueden traicionar! ¡Lo pueden traicionar una vez; dos veces; tres veces! ¡Cristo fue traicionado tres veces! ¡Pero nadie ha podido vencer la verdad de Cristo a través de veinte siglos! Los políticos de malas mañas pueden traicionar al pueblo, pero no pueden vencer al pueblo. ¡El pueblo siempre vence, elimina, aniquila y consigna a la deshonra y al olvido a esos políticos!

Lo que está planteado ante ustedes que me oyen en los campos y pueblos y hogares de Puerto Rico no es la cuestión trivial de quién sea o no sea el presidente de la Cámara ni el presidente de nada. Lo que está planteado ante ustedes es que ustedes necesitan unas leyes para la justicia de sus vidas y para el porvenir de sus hijos. Lo que está planteado es que aquí habemos un grupo de hombres que estamos peleando para obligar que esas leyes se pasen, para que se cumpla esa justicia y se asegure ese porvenir. Lo que está planteado es que otro grupo de hombres puede querer que esas leyes no se pasen, que esa justicia no se haga y que el porvenir de los hijos de ustedes siga siendo el porvenir trágico de un país entregado a los que sacan millones del hambre de la gente sencilla e inocente. ¡Eso es lo que está planteado ante la conciencia del pueblo de Puerto Rico esta noche, y ante cada uno de los cientos de miles de puertorriqueños que me están oyendo esta noche! ¡No se dejen confundir! Estamos defendiendo lo que es justicia y porvenir para el que se ha llamado socialista, para el que se ha llamado republicano, para el que se ha llamado unificacionista, y para todos los puertorriqueños que sufren la injusticia. Nuestras leyes son leyes para todos los puertorriqueños. El que se oponga a estas leyes se opone a los beneficios de esas leyes para cada uno de ustedes, cualquiera que haya sido su partido. ¡No es con presidentes de la Cámara ni con presidentes de nada que se hace la justicia de un pueblo! ¡Es con alma y corazón y voluntad y limpieza y honradez y valentía que se hace la justicia de un pueblo! ¡Esas cosas las tenemos! ¡Y no hay maquinaria de políticos que pueda quitárnoslas! ¡Las tenemos! ¡Las usamos! ¡Las usaremos! ¡Son las armas que en nosotros tiene el pueblo de Puerto Rico! ¡Son armas invencibles! En el signo de esas armas triunfarán todos ustedes que me están oyendo, pase lo que pase. A los políticos de malas mañas que persistan en abofetear el rostro de ustedes con esas malas mañas; que persistan en aniquilar la esperanza de ustedes con esas malas mañas, antes de cuatro días no les van a quedar ni mil votos en toda la isla de Puerto Rico. Pregúntese cada uno de ustedes que me está oyendo; pregúntese cada socialista o republicano o unificacionista que me está oyendo; pregúntese cada uno en su conciencia y dígase la verdad cada uno a sí mismo en este momento: ¡Pregúntese cada uno de ustedes si votaría por los hombres o partidos que insistan en apuñalear la justicia de ustedes y la esperanza de ustedes y el porvenir de los hijos de ustedes! ¡Ya ustedes, ya cada uno de ustedes que me oye, se ha contestado esa pregunta! ¡Y yo sé cómo es que se la ha contestado! Y en 1944, los políticos que insistieran en esa conducta, desaparecerán totalmente de la vida pública de Puerto Rico. Y acuérdense todos que las profecías que hago se cumplen; no porque yo tenga un don profético extraordinario, sino porque yo he visto el dolor de mi pueblo en sus bohíos y en sus hogares. Y como conozco lo grande del dolor de mi pueblo, sé juzgar lo grande del coraje de mi pueblo y lo invencible de la voluntad del pueblo para acabar con ese dolor y con los culpables de que continúe y de que se prolongue ese dolor.

Pero pudiera ser que no tengamos que esperar hasta 1944: si es necesario, solicitaremos del presidente de los Estados Unidos y del Congreso de los Estados Unidos que convoquen unas elecciones a la mayor brevedad en Puerto Rico, para que ustedes puedan quitar del camino de su justicia a los que están sabotajeando esa justicia en defensa de politiquería o en defensa de los millones de los explotadores de ustedes. ¡O esos políticos se convierten en los verdaderos representantes de ustedes porque la claridad entra en sus almas o ustedes, con sus votos, los van a sacar y a poner en su lugar a los verdaderos representantes de ustedes porque la claridad ya está en el alma de ustedes!

¡Permaneceré en este Capitolio vigilando por las leyes y por la justicia de ustedes! ¡Permaneceré alerta y despierto a todas horas! ¡Continuaré informándolos a ustedes de todo lo que amenace a esa justicia! ¡Permanezcan ustedes alertas y despiertos a través de la isla y en sus conciencias de hombres, y denles órdenes a sus representantes; sigan mandando como pueblo! ¡Ha terminado la época de los políticos que son dueños de la gente! ¡Dénle ustedes pleno vigor a esta nueva época en que la gente sufrida manda a los políticos!

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